Capítulo 54 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas

Pudo ser un Undercover: capítulo 1
Pudo ser un Undercover

Luego de disfrutar 53 capítulos es momento de compartir el Capítulo 54 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. Un personaje siniestro. Torturas en el régimen castrista!

 

 

54

 

Un personaje siniestro

 

En una de sus acostumbradas estancias en Barcelona, como ya era habitual, Jin se reunía con su amigo Miguel para tomase algo y charlar sobre Cuba, especialmente para que nuestro personaje le trasmitiera las noticias que le traía de los suyos desde La Habana.

Después de la clásica conversación sobre la familia y de que le pusiera al corriente de los hechos ocurridos durante su estancia en la capital habanera, nuestro marino le recordó:

Desde hace algún tiempo me habías prometido que me relatarías la historia de un personaje siniestro que mencionaste en una de tus primeras conversaciones.

Su amigo le contestó:

Efectivamente, te la debo y por lo tanto te voy a referir los enredos de este personaje siniestro perteneciente a la Seguridad del Estado, con la que tuvo varios tropiezos por su comportamiento con los prisioneros cuando estábamos en la lucha contra Batista.

No voy a decir su nombre, por razones obvias, y más aún teniendo familia en Cuba que podría ser represaliada. Pero este elemento desde un principio se ganó la simpatía de los Castro, especialmente de Raúl, así mismo se distinguió por un comportamiento sanguinario cuando le tocaba interrogar a los prisioneros. Pero no solo los soldados y algún mando cayeron en sus prácticas, sino también los campesinos que él consideraba informantes de los militares. Esa conducta asesina la mostraba por el ensañamiento que manifestaba hacia los detenidos, lo contrario sucedía con el resto de los demás compañeros, que con buenas maneras y razones trataban de convencer a los cautivos para que se pasaran a nuestra causa rebelde. Pero los métodos empleados por este individuo agradaba a sus mandos, por lo cual lo ascendieron a teniente y le asignaron el mando de la unidad del servicio secreto revolucionario.

Una vez que triunfó la revolución y se estableció el gobierno en La Habana, se consolidó el poder de este elemento, fue ascendido a comandante y con el ascenso le encomendaron la organización de la unidad de investigación del ejército rebelde. Para cumplir con este mandato, al principio incorporó como asesores a miembros destacados de la KGB, que figuraron en la Guerra Civil Española como agentes secretos, pocos meses después integró agentes de la República Democrática Alemana, durante esa época fue uno de los principales interrogadores que se encontraban en La Cabaña y por tanto estuvo, por un tiempo, a las ordenes del Che Guevara. Entre otras funciones tenía a su cargo el someter a duros interrogatorios a los detenidos, a quienes les arrancaba las confesiones que más le convinieran a la causa. Así mismo y presuntamente, se le atribuyeron algunas muertes que tuvieron lugar durante la aplicación de sus métodos, pero la defunción, según los partes médicos, en casi todas las ocasiones indicaba “muerte natural”.

Este sujeto se prestó, desde un primer momento, a complacer las más variadas exigencias de la cúpula miliciana, lo mismo espiaba a los disidentes que a sus propios compañeros si así lo requerían sus mandos, inclusive no se libraban de él los altos cargos civiles que integraban el gobierno. En los círculos milicianos se le tenía por un elemento calculador y despiadado que mantenía una serie de listas, donde incluía a todo aquel que se interpusiera en su camino, nadie osaba contradecirle, pues por cualquier tontería que no fuese de su agrado lo podía perjudicar, por lo que la mayoría de compañeros nos absteníamos de cruzarnos en su camino. Además poseía una especie de archivo secreto donde figuraban hasta los mandos más relevantes del partido comunista y sus inclinaciones, cualquier desvío de las reglas emanadas por la Unión Soviética podía conducir a caer en desgracia, lo que les llevaba a dimitir por razones de salud o simplemente se los quitaban del medio.

Después de haber organizado el servicio secreto en el ejército, este individuo pasó a reorganizar el G2, este organismo tuvo sus inicios desde los mismos momentos en que se inició la revolución en Sierra Maestra. En la época de la guerra se englobaban tanto las labores civiles y militares en un solo departamento, y era al ejército a quien se le asignaba el servicio secreto, una vez concluida la lucha se separó la parte militar de la civil y dentro de ese cuerpo se consideraron dos secciones, una se ocupaba de la seguridad de los ministros y grandes jefes y la otra se dedicaba a espiar a los contrarrevolucionarios en las ciudades, a los enemigos internos de la revolución y a los combatientes de las montañas, así mismo tenía adjudicada la misión de inteligencia y contraespionaje.

En estos días he recibido una información con nuevos datos sobre este asunto desde Miami como consecuencia de los sucesos acaecidos en el año 1961, después de lo de Girón. La comunicación hace referencia a un informe de los servicios secretos norteamericanos, quienes habían detectado que junto a los cientos de exiliados cubanos se estaban infiltrando agentes secretos del G2, la conclusión a que llegó este servicio de inteligencia era que los infiltrados estaban entrenados y comandados por este sujeto. También se desprendió de ese informe que por un tiempo los mantenía dormidos, llevando una vida normal como cualquiera de los asilados, pero pasado unos meses los agentes del FBI observaron que muchos de esos cubanos, que residían en Miami, comenzaron a dispersarse por otros estados de la Unión y por los países occidentales, especialmente por las repúblicas centro y sudamericanas, sin que hubiera motivos aparentes para esos traslados, por lo que alertaron a los servicios secretos de esas naciones.

Prosiguió Miguel con este apasionante relato:

Hace una semana nos visitó un miembro de la oposición en el exilio que está radicado en Miami, por lo que me contó, y leyendo entre líneas, pude sacar una conclusión. Parece ser que este asilado tiene responsabilidades en materia de información clasificada. Según los datos que me pudo facilitar, en cuanto a esa práctica de colocar espías en suelo estadounidense, mi conclusión es que esta cuestión está ocurriendo desde el año 1960, al principio su principal misión era la vigilancia de la oposición y detectar la posible preparación de comandos que tuvieran intenciones de desembarcar en las costas cubanas.

Continuó el miliciano contando las incidencias que le hizo ese dirigente:

Por nuestra parte montamos un servicio de información que a su vez colaboraba con  las agencias gubernamentales estadounidenses, con esa colaboración se puso al descubierto que algunos cubanos que se tenían por exiliados viajaban con frecuencia fuera de los Estados Unidos, especialmente a Venezuela y Panamá, sin que tuvieran justificación posible, ni por trabajo ni familiares, por lo que despertaron sospechas, de las indagaciones realizadas se encontró una explicación posible y era que se trataba de correos para llevar información o recibir órdenes de agentes cubanos destacados en esas naciones, al verse detectados muchos no regresaron y los que lo hicieron se vieron presionados por los agentes del FBI, con ello se consiguió que algunos colaboraran con la organización de los exiliados.

Por estos informantes, los agentes norteamericanos se enteraron del nombre que a cada uno de ellos le habían asignado desde la Dirección de Inteligencia Cubana, pero esos nombres estaban codificados, por lo que no fue posible desenmascarar a los demás, tal era el secretismo que apenas se podían relacionar unos con otros, pues las claves para descifrarlos se encontraban en la DI, y el personaje siniestro era el único que tenía acceso a su contenido, ya que él fue quien había implementado todo el entramado, y solo recibía las órdenes directas de los Castro.

Prosiguió Miguel dando cuenta de la trayectoria de este elemento malvado:

Como antes te comentaba, este sujeto preparó los cimientos de ese gran complejo que representa la G2, se valió de todo los trucos y artimañas posibles e inimaginables para que ningún ciudadano pudiera expresar su opinión, su vigilancia sobre la población era constante y la presión a que se vieron sometidos los habitantes de la Isla fue terrorífica, sobre todo cuando implantó los Comités de Defensa de la Revolución, cada vecino se sentía espiado en su propia casa, en su cuadra, en su barrio, en la ciudad entera, nadie se podía sentir libre de ser investigado; este sistema consistía en no saber cómo pensaba el vecino, el amigo, hasta los propios familiares desconfiaban los unos de los otros, inclusive se temía que los propios hijos te denunciaran.

Se implantó un sistema para que todos los informes que se generaban semanalmente, de entre los miles de los “Comités” existentes, fueran enviados a la central del G2 y analizados por cientos de agentes, quienes a la menor sospecha de algo anormal debían pasarlo a su superior, una vez que fuera valorado por este, y si coincidían una serie de puntos con una plantilla emanada desde la superioridad, tenían la obligación de pasarlo, sin excusa, al máximo responsable que en este caso siempre era el perro guardián de la revolución, quien lo ponía en conocimiento del Buró Político. Desde allí salían las órdenes precisas para efectuar las detenciones, sobre quién se debía extremar la vigilancia o a quienes tenían que represaliar; todos estos mandatos eran ejecutados, siguiendo una jerarquía: los mandos inferiores se encargaban de los sujetos de menor importancia, los que llevaban el estampillado de “interróguese”, lo que suponía la aplicación de torturas para obtener confesiones, las tomaba como propias este brutal dirigente y sus más fieles ayudantes.

Siguió nuestro miliciano contando todos estos hechos:

En ese tiempo, en la Cuba de los Castro, si caías en mano de la G2 siempre y sin excusa tenía que salir una condena, los detenidos por supuestas conspiraciones contra la seguridad del estado o por delitos terroristas se podían dar por perdidos, pues era suficientemente conocido que serían condenados a la pena capital, los desaparecían o les costaba 30 años de cárcel.

Llegó a tal extremo el entramado y la penetración que imprimió este personaje perverso en toda la sociedad cubana que se hizo gigantesco, sus agentes tenían controlada desde la escuela primaria hasta las universidades, estaban presentes también en las organizaciones empresariales y de trabajadores, a pesar de que estas se habían constituido a imagen y semejanza de las de la Unión Soviética, e incluso en las fabricas grandes y pequeñas. En todos los estamentos tenían ojos y oídos. En Cuba no se movía nada sin que él lo supiera; muchos cubanos exiliados lo reconocían como el diablo o la maldad personificada. Tejió una tremenda red que alcanzaba a pequeños y grandes, tanto a fuertes como a débiles, a ricos como a pobres, aunque en la Isla solo queda ese último escalón y el resto está encuadrado en los mandatarios que gozan de todos los privilegios. No obstante los jerarcas del régimen también estaban siendo vigilados, por si alguno le salía respondón, en definitiva, nadie se escapaba de las garras de este buitre.

Este elemento fue un alumno aventajado de la KGB y quería dotar a las diversas secciones de los servicios secretos de las tecnologías más avanzadas del espionaje y la tortura, por ello convenció a las más altas cúpulas del estamento militar para que le autorizaran a implantar las técnicas empleadas por la STASI. Una vez se lo concedieron puso en funcionamiento el Departamento Técnico de fotografía, filmación, escuchas y un largo etcétera, dotándolo de los más modernos equipos, preparó a un gran número de especialistas en todas estas materias. Así mismo este personaje fue quien se encargó, por expreso mandato del Ministro de la Defensa, de equipar con estos dispositivos de escucha y filmación a la Unidad de Contrainteligencia Militar, quienes los empleaban para espiar en las unidades del ejército. Ello fue debido a que el máximo responsable de la cúpula militar desconfiaba de algunos elementos que le rodeaban, por lo que le encomendó a este sujeto la tarea de que preparara un cuerpo de élite con los hombres y mujeres de toda confianza y los fuera introduciendo secretamente en las diferentes divisiones del ejército, la marina, la aviación y en el Estado Mayor Conjunto. También situó a sus espías en los diferentes ministerios, en la policía e inclusive en la propia G2. Todos estos espías debían reportar directamente a este individuo, quien a su vez trasmitía a Raúl cualquier contingencia que le resultara sospechosa para que el Ministro tomara la última decisión.

Otra de las misiones asignadas al departamento de este sujeto fue el seguimiento de periodistas, puesto que la tarea de revisar las noticias que se publicaban estaban asignadas a los equipos de censura, aunque en el año 1959 se permitía cierta “libertad”, pero quien o quienes se atrevieran a publicar y sembrar duda sobre los principios emanados de la revolución, o a contradecir los postulados de los máximos líderes milicianos, se veían acosados, las redacciones eran atacadas y en más de una ocasión su maquinaria fue destruida, así mismo las arremetidas se centraban en la quema de los periódicos y revistas que llevaran algunas noticias que no simpatizaran con el nuevo régimen.

Al año siguiente se estableció la famosa “coletilla” que tuvo que acatar la asociación de la prensa y el colectivo de periodistas, con lo que el cerco de la censura se iba estrechando. Al poco tiempo de que tomaran esta medida, las embajadas destacadas en el exterior recibieron órdenes de que cuando un periodista extranjero solicitara visa para viajar a Cuba, debían comunicarlo al Ministerio de Relaciones Exterior, este a su vez se le debía informar al Ministerio del Interior y desde ese estamento se ponía en marcha toda la maquinaria del G2 para conocer hasta el más mínimo detalle de su viaje y el porqué del mismo. Después, al llegar a la Isla, era sometido discretamente a una vigilancia y controlaban todos sus pasos y con quiénes se entrevistaba.

Otra de las facetas de este sujeto fue la organización de la unidad especializada en prestar la seguridad personal a los altos dirigentes, al principio esta guardia personal estaba conformada por milicianos de toda confianza, escogidos entre las unidades que conformaron los diferentes frentes revolucionarios, por lo tanto eran combatientes que estuvieron desde un principio en las guerrillas peleando al lado de sus comandantes y mantenían el respeto y lealtad debidos. Fidel en persona le encargó este cometido y él recabó la colaboración del capitán Aragonés, que desde un principio había estado a su lado en Sierra Maestra, y por tanto cono-cía su lealtad.

Esta guardia pretoriana mantuvo su configuración hasta finales del 60, a partir de esa fecha y a raíz de que los servicios secretos y de inteligencia detectaron indicios de posibles atentados contra los hermanos Castro, este sujeto, contó sus sospechas a los jefes de la KGB y desde esta agencia soviética le propusieron que debía realizar cambios en las escoltas personales; cuando se lo propuso a Fidel, este le ordenó que efectuara las sustituciones convenientes con la incorporación de elementos debidamente entrenadas por especialistas soviéticos y de la Alemania Oriental. Esta recomendación fue aprobada por el Ministro de las Fuerzas Armadas, por lo que de inmediato se inició la formación de lo que más tarde sería la guardia personal del Buró Político Militar de la Revolución. Desde ese momento las normas cambiaron y se implementaron nuevas medidas en la forma de proteger los desplazamientos de los máximos dirigentes, debían asegurar la ruta, incluyeron varios coches con los cristales oscuros, extremaban la precaución en la preparación de las comidas, inclusive destinaban a personal para que probara los alimentos antes de servírselos al Primer Ministro.

Como final de esta historia, Miguel relató algunas atrocidades realizadas por este sanguinario personaje de naturaleza asesina y violenta. Su ego era tal que no admitía ninguna contradicción, ni siquiera de sus compañeros de fatigas que estuvieron jugándose la vida con él en los enfrentamientos con las tropas regulares de la tiranía de Batista, este elemento llegó a masacrar a opositores por el mero hecho de no tener las mismas ideas políticas que él. Su maldad se puso de manifiesto contra las poblaciones cercanas a Escambray, realizó ejecuciones en masa a los supuestos colaboradores de los contrarrevolucionarios que se encontraban luchando en esas montañas, inclusive organizó la deportación a otras zonas del país de cientos de ciudadanos, colocándolos en pueblos sin mayores prestaciones y dejándolos incomunicados como si fueran auténticos campos de concentración.

Prosiguió nuestro miliciano exponiendo sus conocimientos de aquella época:

Sin ser exhaustivo, se le atribuyeron a este carnicero unas cincuenta presuntas muertes por torturas, en algunos casos realizados por él mismo y en otras por mandato expreso, ya que las órdenes impartidas a sus ayudantes eran: “Sáquenles una confesión a cualquier precio”. Si se habla de las ejecuciones, se podrían contar por cientos en su época de La Cabaña, y si las referencias son de los suicidios inducidos, también se contabilizarían por esas cifras.

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