Capítulo 56 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas

Pudo ser un Undercover: capítulo 1

Pudo ser un Undercover

 

Luego de disfrutar 55 capítulos es momento de compartir el Capítulo 56 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. Reforma agraria y nacionalizaciones en Cuba.

 

 

56

 

Noticias alarmantes

 

Con todas las historias que había oído Jin sobre los planes de actuación por parte del “Grupo” y lo que le contó el exagente cubano, estaba deseando que el buque arribara de nuevo a La Habana para entrevistarse con los parientes de Miguel y conocer la naturaleza de las obras que se estaban llevando a cabo en el Occidente de la Isla, que desde ese momento nuestro protagonista relacionaba con la instalación de los misiles. La escala se produjo en el mes de mayo de 1962, como nuestro marino tenía gran interés en conocer lo que se estaba preparando en esa parte de Cuba, tan pronto terminó la maniobra de atraque y concluyeron sus obligaciones se fue a visitar a la familia de Miguel con la intención de hablar con alguno de los dos hermanos.

Serían las seis de la tarde cuando Jin llegó a casa de José y de Frank, ellos acababan de llegar de su trabajo, después de saludarse. Jin le entregó un paquete que le enviaba Miguel a su tía. Los tres jóvenes comenzaron a hablar de la problemática cubana, pero nuestro protagonista, que estaba ansioso por conocer las novedades sobre las extrañas instalaciones en el occidente de la Isla, les preguntó:

¿Ya tienen noticias de Calixto? ¿Por fin realizó su viaje a Los Remedios?

El mayor de los hermanos fue quién habló:

Hace quince días que realizó el viaje a Pinar del Rio y a Los Remedios. Por lo que se pudo enterar, por medio de su compadre, se estaban construyendo unos grandes silos para guardar misiles y unas rampas de lanzamiento, pero no solo allí, sino también por San Diego de los Baños y por San Cristóbal, esas eran las construcciones que se estaban realizando por la parte de la provincia de Pinar del Rio, pero al mismo tiempo, por la parte Central y Oriental de la isla, también se estaban efectuando obras similares, en los lugares conocidos por Sagua la Grande y en Banes -además añadió- Por el puerto de Mariel están entrando, cada semana, buques soviéticos que descargan grandes piezas que están siendo transportadas en remolques especiales. Algunos miembros de la resistencia han realizado un seguimiento de los tránsitos, que realizan por la noche, y se ha comprobado que sus destinos son precisamente esos puntos, también se dirigían a la base aérea de San Julián, donde se están ensamblando los bombarderos soviéticos IL28, la confirmación a este hecho la obtuvo el miliciano por otro familiar suyo, de Pinar del Rio, que trabaja en esa base militar.

José hizo una pausa, pero añadió algo más:

Una vez que hablamos con Calixto estuve realizando indagaciones entre mis compañeros integrados en el célula anticastrista, a quienes les extraño mucho este asunto, por lo que se propusieron averiguar algo más de todo ello. Después de que habían transcurrido unos doce días, el jefe del grupo clandestino me comentó que lo había hablado con un exmando miliciano, que en estos momentos estaba organizando otro grupo contrarrevolucionario por Oriente y que él tampoco sabía nada de ese asunto, por ello se tomó interés en procurase esa información de lo que estaba sucediendo por esa parte del país. Al cabo de unos días me relató lo que había averiguado, especialmente por las cercanías de Holguín, de sus pesquisas resultó que, efectivamente, en las inmediaciones de Banes estaban construyendo, pero muy bien camuflada, una base de lanzamiento de misiles tierra-aire, además, en los pueblos cercanos a ese lugar se había notado la presencia de militares soviéticos, aunque por el pueblo iban de paisano y disimulando  su condición castrense, pero los comentarios que los milicianos hacían correr por el lugar era que se trataba de “técnicos que están montando una nueva central eléctrica”.

Continuaron charlando  sobre estas  noticias, pero Frank añadió -Hace dos días se pudo apreciar que por las calles de La Habana circulaban grandes carros que iban escoltados por soldados y por policías, los rumores que se difundieron por la ciudad decían que eran mandatarios o jefes soviéticos, pero nosotros creemos que se trataban de militares de alto rango, ya que los periódicos no decían nada sobre autoridades, pues cuando llega algún representante político de otra nación lo publican en primera página. Además, algo gordo se está tramando, porque hace un mes que han desviado el tráfico de la carretera que conduce al occidente de la isla y que pasa cerca del complejo de comunicaciones, en el lugar denominado Lourdes, que se encuentra a unos 50 kilómetros de La Habana. Por esa zona y por las cercanías de Mariel se puede apreciar que están viviendo algunos extranjeros, anteriormente era difícil ver gente de fuera por esas zonas, de vez en cuando pasaban algunos turistas cuando los norteamericanos viajaban a la Isla, pero desde que empezó la lucha de los milicianos, los estadounidenses siempre se quedaban en la capital. Con esta última información terminó Frank la conversación.

Jin se despidió de los hermanos y regresó al buque, pero en su cabeza le rondaba la conversación con los primos de Miguel.

Al día siguiente tenía asignada la guardia de las 08:00 a las 12:00, por lo que cuando tuvo la oportunidad invitó, como en otras ocasiones, a los milicianos que se mantenían en el portalón del buque, y como de costumbre primero bajaría uno al comedor de oficiales y luego el otro, además estos policías portuarios ya eran viejos conocidos de nuestro oficial y mantenían cierta amistad. Durante el refrigerio, Jin le comentó a uno de ellos:

He visto varios vehículos militares soviéticos por la carretera que va hacia la provincia de Pinar del Rio y algunos soldados llevaban armas soviéticas.

El guardián portuario le contestó:

Efectivamente, ya no es ningún secreto que la Unión Soviética nos está suministrando armas, pues en el desfile del uno de enero se pudieron apreciar los nuevos tanques por la Plaza de José Martí, los aviones Mig cruzaron los cielos cubanos y los soldados portaban armas modernas cedidas por las fuerzas soviéticas a nuestros militares. Además se están construyendo nuevos cuarteles en las tres zonas militares cubanas, la occidental, la central y la oriental.

Continuó el miliciano explicando:

Los soviéticos están ayudando a Nuestro Comandante en Jefe y el Ministro de la Fuerzas Armadas ha visitado la URSS en varias ocasiones para enterarse de los últimos avances en materia de armamento y del entrenamiento que están llevando a cabo los pilotos cubanos para manejar los nuevos aviones, que en breve llegarán a Cuba.

Una vez que acabaron el refrigerio, Jin le dijo al miliciano:

Dile a tu compañero que baje a tomarse algo.

En solo unos minutos ya estaba el otro vigilante en el comedor de oficiales e iniciaron la conversación sobre la problemática que estaban creando los contrarrevolucionarios a la nación, por lo que el guardián portuario le manifestó:

Te voy a explicar lo que está pasando ahora mismo en Cuba. Primero, todas las culpas la tienen los “Gringos”, que están animando y financiando a los enemigos de la revolución para que cometan toda clase de atropellos contra el pueblo. Mire mi oficial, los contrarrevolucionarios están sembrando el terror, en el mes de enero antes de la invasión de Bahía de Cochinos asesinaron a maestros rurales, han provocado incendios en hospitales y escuelas, todos ellos realizados por grupos de terroristas.

Prosiguió con su alegato diciendo, refiriéndose la pasada invasión:

Los jefes nos dijeron que todos estos atentados, disturbios y sabotajes se debían a los yanquis, pues cuando ya se sabía que se estaba preparando la invasión, nos recomendaron que estuviéramos alerta, ya que los actos clandestinos se realizaban para distraer la atención del ejército y de las milicias revolucionarias y así ellos podrían desembarcar sin mayores problemas, pero Nuestro Comandante tenía informadores entre los cubanos contrarrevolucionarios que están en Miami y le avisaron cuándo y por dónde sería el ataque y allí los estábamos esperando.

Continuó el miliciano con su relato:

Después de la derrota que sufrieron los invasores en Playa Girón, continuaron con el acoso a nuestro ejército y prosiguieron con actos de sabotaje, inclusive llegaron a realizar ataques por mar con lanchas procedentes de Florida, y en esos actos terroristas destruyeron barcos de pesca cubanos.

El policía portuario hizo un pequeño alto para refrescarse la garganta con el refrigerio que le había ofrecido Jin, pero reanudó su relato:

Durante los primeros meses del año 1962 continuaron todos estos sucesos y actos vandálicos, pero a partir del mes de marzo se fueron incrementados y esos bandidos continuaban dando muerte a muchos ciudadanos pacíficos, incendiando las tiendas del pueblo y los lugares de recreo que la revolución había preparado para la ciudadanía, y también matando y secuestrando a indefensos campesinos. Estos contrarrevolucionarios no se detienen ante nada y han atacado a varios militares del ejército y la marina, a quienes emboscaron a traición ocasionándoles la muerte.

Con este último comentario, el miliciano concluyó su relato y también su consumición, y se desplazó hasta cubierta para continuar con su guardia.

Mientras tanto, nuestro personaje se quedó pensando en el relato de este guardián de puerto y comparándolo con lo que le habían manifestado otros cubanos en la Casa de Galicia y en el Centro Asturiano, donde atribuían todas esas muertes y actos terroristas a la propia policía del régimen, que con esas acciones trataba de distraer la atención de lo que realmente estaba pasando en Cuba. Además, empleando el método, de que la culpa recayera sobre los contrarrevolucionarios, ellos se podían quitar del medio a los elementos que no estuvieran conformes o pusieran en duda sus planteamientos.

Una vez hubo concluido su guardia, en hora de la tarde, Jin se propuso visitar a su amigo a don Andrés, pues le traía noticias de su colega y amigo don Julián. Serían algo más de las cuatro de la tarde cuando llegó al domicilio de este médico amigo, que siempre le agradecía su visita, tan pronto el doctor lo vio, le manifestó -Ya te estaba esperando, pues sabía que el buque se encuentra en el puerto. Como de costumbre se hicieron las referencias de rigor en cuanto a la salud de ambas familias y, después de recibir las noticias que le enviaba su colega de Barcelona, comenzaron a hablar de la problemática cubana y de los acontecimientos ocurridos desde la partida del buque en su anterior viaje.

Después de este preámbulo, nuestro marino le preguntó:

¿Qué opinión tienes sobre el desabastecimiento en los comercios, los bares y restaurante?

Ya no tienen nada para vender ni para servir a sus clientes.

Sin dejar que su amigo contestara añadió:

Nosotros hemos traído una partida de unas diez toneladas de medicamentos y otros suministros médicos, puedo entender que haya cierta escasez por lo del bloqueo de los estadounidenses, pero no concibo que falte de casi todo, inclusive lo más básico, que se puede producir aquí.

Don Andrés tomó la palabra:

Ten en cuenta que la iniciativa comercial privada a desaparecido en el Isla y las arcas del gobierno están vacías, el Banco Nacional no cuenta con dólares para pagar los pedidos que realicen, te propongo, si tienes tiempo, que vayamos a visitar a un amigo que es experto en comercio exterior y él nos explicará todo ese entramado en el que se ha metido el gobierno revolucionario por su empeño en continuar con esa política en contra de los Estados Unidos y entregarse en los brazos de la Unión Soviética.

Dicho esto, se pusieron en marcha hacia el domicilio de Norberto, que era como se llamaba este experto comercial. En pocos minutos ya se encontraban ante la vivienda del amigo de don Andrés, después de las pertinentes presentaciones, y el doctor le explicó el motivo de la visita y el anfitrión manifestó  -Estoy encantado de que me hayan visitado, pues en los tiempos que estamos no se tienen muchas ocasiones de gozar de una buena conversación.

Al mismo tiempo les ofreció café, asegurándoles que era “lo que todavía se puede invitar en esta vendida tierra”.

Sin más preámbulos, el experto comercial comenzó su explicación:

Las relaciones EE.UU. y Cuba en la etapa anterior al nuevo régimen, en términos generales, se podrían considerar como muy buenas, pero en la actual coyuntura son pésimas; como sabemos, en enero del 59 empezaron los ataques verbales contra los Estados Unidos, pero a raíz de la Reforma Agraria y de que comenzaron las expropiaciones e incautaciones masivas de los bienes de los inversores norteamericanos, la cuestión cambió, como contrapartida el gobierno estadounidense decretó una reducción de la cuota azucarera que venía dispensando a Cuba, así mismo prohibió cualquier inversión privada y cortó todo tipo de ayuda económica puesto que las inversiones realizadas por sus conciudadanos no eran convenientemente compensadas.

Norberto hizo un alto en su disertación para servir el café, que ya estaba en su punto justo para ser degustado, y prosiguió con su explicación:

A medida que pasaban los meses las relaciones se iban agriando más, llegando a un punto que el gobierno norteamericano presionó a algunas naciones para que no suministraran armas y pertrechos de guerra al ejército cubano, ya que se estaban incrementando las acciones de los contrarrevolucionarios y, si estos llegaban a triunfar, cabía la posibilidad de establecer un gobierno más acorde con las doctrinas democráticas occidentales.

Pero los dirigentes revolucionarios tenían otros planes en mente, como la puesta en marcha de una política interna distinta a la emanada por la Constitución del 40, así mismo, la relaciones internacionales se agravaron, especialmente por los intentos de invasión revolucionaria y levantamientos subversivos en naciones del Aérea del Caribe y de Centro América y por las constantes disputas con República Dominicana, Nicaragua y Panamá. Desde esas repúblicas llegaron las protestas a la Organización de Seguridad Americana, organismo que se encuentra dentro de la OEA. Con esos actos, los constantes ataques verbales al gobierno estadounidense y si añadimos el despojo que habían sufrido los ciudadanos de los Estados Unidos, fueron suficientes ingredientes para avivar la tensión entre las dos naciones hasta límites insospechados.

Continuó el experto comercial explicando los factores que contribuyeron a incrementar la tirantez entre los dos gobiernos:

En primer lugar, fue decisiva la postura del gobierno revolucionario sobre las propiedades e inversiones de ciudadanos estadounidenses en territorio cubano, en muchos de los casos no reconocían tales posesiones y las que admitía como tales, les ofrecía como compensación una decima parte de su valor real, además le otorgaban bonos a muy largo plazo.

El segundo factor lo desató el trato dado a los residentes estadounidenses en la isla, en algunos casos se les trataba como delincuentes, lo que no era del agrado del gobierno norteamericano.

La tercera causa se centraba en la base aeronaval norteamericana que mantienen los Estados Unidos en Guantánamo, ya que en el mes de marzo el gobierno cubano realizó una reclamación al respecto, a lo cual se negó el estadounidense. Esta instalación militar se estableció una vez concluida la contienda por la independencia de España, en la que tomaron parte los norteamericanos. Al principio se estableció una estación de aprovisionamiento carbonero, posteriormente, y según la Enmienda Pratt, se firmó un protocolo de arrendamiento para la instalación de una base naval permanente en esa parte de Cuba.

El último motivo esgrimido en esta disputa se concentró en los graves acontecimientos y los tratos dados a los diplomáticos estadounidenses y a la delegación norteamericana así como el desprecio manifiesto hacia la Misión de Ayuda Militar y de Cooperación que mantenían las dos naciones desde la Segunda Guerra Mundial, todo ello disgustó mucho al gobierno estadounidense.

No cabe duda de que con el primer supuesto, la dependencia económica de Cuba reposaba principalmente en el socio mayoritario norteamericano, no solo por la compra de la mayoría de los productos agrícolas, sino también por las grandes inversiones que mantenían en territorio cubano, pero la inyección de capitales se estaba viendo muy afectada con los nuevos planteamientos de los revolucionarios. Para mí, esta es la principal causa, las demás vinieron por añadidura.

Continuó Norberto con su tesis económica:

A raíz de la puesta en marcha de la reforma agraria y sus consecuencias para los intereses de los estadounidenses, así como las múltiples protestas de los inversores norteamericanos que fueron perjudicados, el Departamento de Estado envió una nota al gobierno cubano en el mes de junio del 59, donde le expresaba, entre otras cosas, lo siguiente:

“Las nacionalizaciones efectuadas deben dar lugar a una compensación adecuada, rápida y equitativa».

A lo que el gobierno de La Habana replicó:

“El gobierno revolucionario resarcirá a los legítimos dueños de las propiedades con obligaciones del estado a veinte años y un interés del 4,50 % del valor que se determine por los servicios de tasación del gobierno”.

La mayoría de los afectados no quiso aceptar ese tipo de trato, por lo que sus propiedades fueron nacionalizadas sin compensación alguna, pero la cuestión no quedó en solo las grandes plantaciones de caña, sino que se extendió a las petroleras y otras industrias, bancos y toda clase de bienes, y puso fin a las concesiones administrativas.

La repuesta estadounidense no se hizo esperar, pues de inmediato se suspendió toda ayuda financiera a la República de Cuba y posteriormente el presidente norteamericano ordenó la reducción de la cuota azucarera de importación procedente de la isla. Como si el gobierno cubano estuviera esperando estas medidas, aprovechó la ocasión, y como represalia, expropió todos los bienes y propiedades de empresas y ciudadanos norteamericanos que quedaban sin esta medida. Ante todos estos desagravios económicos, el gobierno estadounidense sacó una nota que su contenido traducido decía:

«El gobierno de los Estados Unidos no puede evitar estimar con profundo desagrado que la ocupación de las refinerías es una nueva prueba y la confirmación de una política incesante de agresión económica, llevada a cabo por el gobierno de Cuba contra los Estados Unidos y otros países; política que no puede sino conducir a la destrucción de las inversiones tradicionales y de las relaciones comerciales de Cuba con el mundo libre».

A toda esta guerra económica entre los gobiernos de los dos países se incorporó en el juego un tercero que, desde hacia tiempo, estaba esperando su ocasión para intervenir. Su oportunidad surgió a raíz de la reducción de la cuota azucarera por parte de los Estados Unidos, este hecho lo aprovechó la URSS, que le faltó tiempo para ofrecerse a comprar dichos excedentes, a pesar de ser el mayor productor mundial de azúcar, la ocasión le sirvió para firmar un acuerdo comercial entre las dos repúblicas. Esta fue la puerta de entrada de los soviéticos en la Tierra de Martí y como alguien vaticinó: “Esta alianza perdurará por mucho tiempo, no solo en el índole comercial, sino también lo político y militar”.

Después de todos estos acontecimientos, se sucedieron notas de protesta que se canalizaron a través de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de Estados Americanos, pero la actuación de Cuba en lo referente a su política exterior no dio marcha atrás, al contrario, se incrementó, no solo en su proceder económico sino también hubo un incremento en su intervención política en el área latinoamericana, por lo que en una de sus intervenciones en esos foros, el Embajador Norteamericano manifestó lo siguiente.

“Esta situación representa un peligro manifiesto para la paz y la seguridad internacional causada por las amenazas, medidas vejatorias, maniobras, actos de represalia y actos de agresión reiterados perpetrados por el gobierno cubano, no solo hacia el Gobierno de los Estados Unidos de América, sino además se hace extensiva a muchos de los países del área del Caribe y de Centro América que hacen difícil el entendimiento y relaciones satisfactorias entre las naciones de este Hemisferio”.

Pero estas reuniones no servían de nada, solamente conseguían que desde La Habana se emitieran notas de protesta donde denunciaban que eran ellos los agraviados y los atacados por los demás, así mismo se mostraban como partidarios de la paz, a ello le imprimían un gran teatro y como muestra, les voy a leer una nota del gobierno cubano que remitió a la opinión pública:

«En conformidad con nuestra política de amistad y de cooperación con todas las naciones y todos los pueblos del mundo, hemos expresado en vano el deseo del gobierno y del pueblo cubano de coexistir en paz y armonía con el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América y de reforzar las relaciones diplomáticas y económicas  sobre la base de la igualdad y del respeto mutuo y en el interés recíproco de los dos países».

La nota prosiguió citando una serie de párrafos y artículos del Consejo de Seguridad entre ellos el art. 52 y del art. 103 de la Carta de las Naciones Unidas. Continuaron con su misma estrategia en todas las reuniones de los foros internacionales. En ellos se mostraban como los buenos y los demás eran los malos que no dejaban de atacar a los pobres revolucionarios.

Con esta última expresión, Norberto puso fin a su disertación, en la despedida ofreció su casa a nuestro personaje para cuando regresara de nuevo a La Habana tuvieran otra grata reunión.

Jin, así mismo se despidió de su amigo el doctor y le prometió que en su nuevo regreso pasaría a visitarlo para charlar de los acontecimientos venideros.

Después de la estancia acostumbrada en el puerto habanero, partieron rumbo a Cartagena de Indias, Maracaibo y La Guaira. En este último puerto, nuestro marino recibió la visita de su amigo Michael, empleado de la Embajada Norteamericana en la capital de la República de Venezuela, que se había desplazado desde  Caracas porque iba a recibir a un pasajero procedente de La Habana. Cuando llegó al trasatlántico se dirigió a Jin para preguntarle por el viajero en cuestión, nuestro personaje le comentó que sabía quién era y que había charlado ocasionalmente con esta persona, pero notó que era muy reservado e inclusive no había querido participar en la habitual tertulia de a bordo, pero percibió que escuchaba lo que allí se hablaba desde la distancia. Nuestro marino se fue a localizar al exiliado y le manifestó que un funcionario de la Embajada Americana se encontraba a bordo para buscarlo, el personaje se extrañó de este hecho y aún más al comprobar que ese oficial conociera y mantuviera amistad con ese representante estadounidense.

Michael captó la extrañeza del viajero, por lo que le comentó:

El oficial Jin es un viejo amigo y persona de fiar, cada vez que la ocasión se presenta charlamos de la situación cubana, además, se interesa por la problemática del país y viene prestando ayuda en todo lo que puede a los exiliados cubanos.

Al escuchar estas explicaciones de boca del funcionario, el viajero se relajó en su actitud desconfiada y manifestó lo siguiente:

Me disculpo por mi negativa a participar en la tertulia de a bordo, pero no quería ser indiscreto y que los demás tertulianos pudieran interpretar equivocadamente cualquier cuestión que pudiera decir. En los tiempos que estamos no sabemos quién nos está escuchando.

El funcionario se sonrío de la explicación del pasajero y lo presentó como Richard, aunque entendía que Jin conocía su nombre, luego añadió, dirigiéndose a nuestro marino -Si tienes tiempo, puedes acompañarnos hasta Caracas y almorzaremos juntos.

Jin contestó:

Encantado de acompañarlos, pero tengo que regresar en 8 horas, ya que comienza mi turno de guardia.

Después de que se realizaron los trámites correspondientes para que el pasajero desembarcara, se pusieron en camino y, en la intimidad del vehículo, el funcionario le explicó a Jin la precaución del exiliado durante la travesía, pues se trataba de un huido del régimen de La Habana, le habían confeccionado una nueva documentación que enviaron a la Embajada de Panamá, donde se había refugiado. Michael añadió:

Además Richard ha ocupado puestos delicados dentro del Ministerio del Interior y no que-ría ver comprometida su huida, pues desde hace tres meses ha estado escondido en esa sede diplomática hasta que se le ha podido proporcionar el pasaje en el barco español.

Continuó hablando el funcionario estadounidense:

Pasará unos meses en Caracas bajo el amparo de la embajada, luego partirá para Miami donde permanecerá otro par de meses y finalmente fijará su residencia definitiva en Nueva York, donde tiene un primo que le ha ofrecido un empleo. Como funcionario de Interior conoce varias historias que nos ha ido contando desde su estancia como huésped de la embajada panameña, y ahora nos va a referir alguna más, pero como sabía que Jin recopilaba datos de las penurias y vicisitudes de los exiliados cubanos, le pidió que le relatara algunos acontecimientos sobre este tema.

Tomó la palabra Richard en primer lugar para excusarse de su comportamiento a bordo.

La excusa fue aceptada por nuestro personaje, y le manifestó que lo entendía.

Entonces, el viajero continuó con su charla:

En el Ministerio ocupaba un puesto burocrático en inteligencia y recibía los informes clasificados de contraespionaje, por ellos me fui percatando de que la revolución, en la cual todos habíamos luchado para desalojar a la tiranía de Batista, no seguía los derroteros prometidos; los atropellos eran constantes hacia los ciudadanos que se atrevieran realizar alguna crítica al sistema, de la misma manera los principales autores de la revolución estaban espiando a los compañeros que lucharon en las sierras por si efectuaban algún comentario sobre  los procedimientos implantados o por simples celos de su popularidad entre la población. También me percaté, por un cable fechado en Moscú, de que los soviéticos querían contrarrestar la instalación de misiles estadounidenses en Turquía, y concibieron la idea de que si ellos hacían lo propio en Cuba equilibrarían las fuerzas, estos proyectos no eran nuevos, pues a raíz de lo de Playa Girón ya se apuntó la conveniencia de dotar a Cuba de nuevo armamento que disuadiera a los Estados Unidos de fomentar una nueva invasión. Según los informes que tenían los militares revolucionarios procedentes de los servicios de espionaje cubano en Miami, se había detectado que se estaban preparando planes para un segundo desembarco, pero en esta ocasión de mayor intensidad y con el respaldo directo de fuerzas estadounidenses. Las autoridades militares cubanas comunicaron este hecho a los altos mandatarios soviéticos y, desde ese momento, comenzó a gestarse la idea de reforzar las defensas de la isla, con estos pensamientos se concibió el proyecto de la posible instalación de misiles en suelo cubano, el informe se notificó al Politburó y la reflexión del máximo mandatario soviético fue la siguiente:

“En primer lugar, la instalación de los misiles en Cuba aumentaría el poder de ataque nuclear de Rusia.

En segundo, detendría los planes de una posible invasión de EE.UU. a la isla.

Como tercer elemento hay que tener en cuenta que esto nos permitirá aumentar la presión psicológica para que desistan del proyecto de establecer un cinturón de  misiles norteamericanos en las cercanías del territorio soviético y de sus aliados del Telón de Acero.”

Como consecuencia de estas reflexiones del máximo dirigente soviético, decidieron realizar el mismo planteamiento a Castro, para ello nombraron una comisión para que se desplazara de manera encubierta a Cuba, las conversaciones se llevaron en secreto, la recomendación final fue que la instalación de los misiles beneficiaría a ambas naciones. Los altos dirigentes soviéticos no quisieron presionar más y dejaron la propuesta sobre la mesa para que maduraran la repuesta. La misma no se hizo esperar por mucho tiempo, y para ello se desplazó una comisión de la Fuerzas Armadas Cubanas a Moscú para dar la conformidad buscada.

Una vez se recibió la conformidad, se desplazaron a la Isla una serie de altos militares para decidir los lugares de emplazamiento, además, el convenio llevaba implícito el estacionar un gran contingente de tropas soviéticas bien entrenadas, que custodiarían y operarían las instalaciones de los misiles tierra-aire y tierra-mar del tipo SA-2, así mismo sería necesario aumentar los efectivos aéreos con cazas MIG 21 y bombarderos de largo alcance.

A los servicios secretos cubanos les constaba que los norteamericanos conocían estas conversaciones secretas, pues tenían un informe emitido por la KGB en el que figuraba que en la nómina de la Agencia había un agente doble soviético, pero la inteligencia estadounidense desconfiaba de esa información, porque en más de una ocasión la inteligencia soviética dejaba escapar ciertas comunicaciones para confundir a los servicios estadounidenses, por lo que en un principio no tomaron muy en cuenta este asunto.

Con esta última referencia, Richard puso punto final a su explicación.

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