Capítulo 44 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas

Pudo ser un Undercover: capítulo 1
Pudo ser un Undercover

Tras leer 43 capítulos es momento de compartir el Capítulo 44 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. Oposición a Fidel Castro.

 

 

Posicionamiento de la oposición cubana después de la invasión 

 

Concluida la estancia en La Habana y tras recalar en los puertos de su itinerario, el buque llegó a Barcelona.

Jin, cuando sus obligaciones se lo permitieron, saltó a tierra y se acercó hasta las oficinas donde trabajaba Miguel con la finalidad de darle las noticias que le traía de sus familiares de Cuba. Como la hora del almuerzo estaba próxima, Miguel le manifestó que lo esperase en el Restaurante Compostela, cercano a la plaza de San Jorge, donde comerían y así le podría contar los pormenores de su estancia en su Isla.

A la media hora se presentó Miguel y los dos amigos iniciaron la conversación.

Jin, primero le contó como encontró a su tía, aunque preocupada por todo lo que estaba sucediendo en su Tierra, pero al mismo tiempo estaba contenta porque tenía a sus hijos en casa, luego nuestro protagonista le refirió las impresiones de José sobre el envalentonamiento del régimen tras su triunfo sobre los brigadistas. También le narró el viaje a Oriente de su primo Frank y su desvío a Manicaragua para ver a la familia de su madre, de igual manera le relató cómo su primo encontró a la familia en Palma Soriano y a sus padres, quienes le contaron los sucesos acaecidos después del fracaso de Bahía de Cochinos y las represalias de los milicianos en esa parte del país, hasta aquí llegó el informe de nuestro marino sobre la familia de su amigo, a continuación le contó las penurias y aventuras de Gregory como participante de Playa Girón y su posterior calvario en la prisión de la Cabaña.

Ahora nuestro protagonista le pidió a Miguel que le contara lo que él supiera del fallido desembarco y de cómo había tomado la oposición el fracaso de la invasión, especialmente la gente de Miami.

Miguel comenzó diciéndole:

Hace solo dos días que estuvo en Barcelona Alfonso, a quien tú conoces, pues hablaste con él en Puerto Rico, él está tratando de organizar a los exiliados cubanos en España, principalmente en Madrid, Barcelona y Canarias, que es donde más asilados hay. Después de la reunión nos fuimos a cenar y me contó que Miró Cardona había convocado a los medios informativos, en una de las grandes salas del hotel Belmont Plaza de Miami, allí no falto nadie, pues estaba la televisión, la radio, la prensa y un nutrido panel de los más importantes e influyentes miembros de la oposición en el exilio. En primer lugar, el doctor Miró Cardona manifestó que deseaba efectuar una declaración y luego vendrían las preguntas, te facilito dicho texto para que lo conserves entre tus escritos, en su alocución expresó lo siguiente: “Lo nuestro es una revolución cubana y nosotros daremos al traste con la tiranía roja de Cuba, pero necesitaremos y pedimos el apoyo moral de todos los pueblos de América”. Después Alfonso me contó cómo se desarrolló la convocatoria y amplió las palabras del señor Miró:

“Como presidente del “Consejo” desmiento categóricamente que los patriotas cubanos que formaron el contingente de la Brigada 2506 fueran mercenarios, reitero que eran valientes voluntarios que pretendían ganar la democracia para Cuba. Ahora como padre estoy angustiado, ya que uno de los prisioneros es mi propio hijo José. Además tengo información fidedigna de que se está enviando armamento soviético a Cuba, desde lo de Playa Girón se han intensificado los envíos soviéticos de tanques y aviones, y no conocemos su destino final. Por ello corresponde a los pueblos de “Nuestra América” aunar la ayuda moral y material para hacer un frente común de lucha contra el comunismo. Ya hemos visto que el desembarco de varios centenares de compatriotas el pasado 17 de abril no alcanzó los objetivos propuestos. Este dramático episodio de la guerra total desatada y planteada por el imperio soviético contra nuestro pueblo se desarrolló de manera desfavorable para nuestros intereses, lo que impidió una ajustada coordinación de las fuerzas internas y el desembarco de la “Brigada”. La adversidad no puede conducirnos al derrotismo, por el contrario, debería templar el espíritu para que redoblemos los esfuerzos, sabiendo que la razón y la justicia están de nuestro lado”.

A continuación realizó un llamamiento a los pueblos hermanos de América:

“A los pueblos y gobiernos de toda la América que aún permanecen insensibles al sacrificio heroico de los cubanos, reiteramos de nuevo que esta guerra desencadenada por el comunismo está dirigida contra todos. No es honroso suscribir tratados y convenios que exigen el repudio a la intervención soviética en el Continente, para luego no cumplirlos o no hacerlos respetar. No puede hablarse de injerencia de países americanos en el problema de Cuba sin repudiar con todo énfasis la intervención ejercida por la Unión Soviética sobre Cuba a través de sus agentes, sus tanques, sus aviones y sus técnicos. El mundo entero sabe que nuestro pueblo no es dueño de su destino, porque la tiranía que lo sojuzga, foránea y cruel, no le permite expresar su voluntad. Cuba no puede ser la abandonada Hungría de América. Ello sería tremenda cobardía y traición, que en definitiva, habrían de pagar los que deserten del cumplimiento de deberes ineludibles, por tanto hacemos un fervoroso llamamiento a todos los hombres y mujeres de este Hemisferio que creen en la libertad y en el progreso social, para que se unan a nosotros y nos otorguen el calor de sus simpatías y respaldo. Aprovecho la oportunidad para hacer un llamado a la prensa y otros medios de comunicación estadounidenses, para que no divulguen lo que no deben decir. La curiosidad morbosa de la prensa norte-americana por anticiparse a los acontecimientos, que llegó hasta dar el color de los cabellos de los patriotas que desembarcaron, alertó a Fidel Castro y le permitió poner en acción sus aviones a reacción, sus tanques y las milicias revolucionarias”.

Como final, el señor Miró Cardona reiteró su llamamiento a los pueblos hermanos, para que se sumaran y apoyaran esta cruzada contra el régimen comunista implantado en “Nuestra República” con las siguientes palabras: “El drama de Cuba debe alertar al Hemisferio del peligro en que se encuentran de sucumbir ante la embestida del eje Moscú-China, el dilema es, o los destruimos o ellos nos destruyen”

Los dos amigos continuaron hablando de la actuación del doctor Miró Cardona, quien, ante las declaraciones de Castro, en las que manifestaba que la aventura emprendida contra Cuba por mercenarios pagados y entrenados por los yanquis les había ocasionado muchos perjuicios y pedía una compensación por los daños infringidos al pueblo cubano, y como contrapartida ofrecía liberar a los prisioneros. Por ese motivo se reunió el Consejo Revolucionario para tratar ese asunto, pues debían considerar las exigencias y los requisitos de la propuesta castrista. Finalizada la reunión realizaron una declaración, Miguel le dio una copia que había recibido desde Miami: 

“El Consejo Revolucionario Cubano, reunido en la ciudad de Miami. Declara:

1) Que, a pesar de entender que el procedimiento empleado por Castro contraviene las convenciones internacionales sobre prisioneros de guerra civiles, por razones de solidaridad humana acepta pagar el precio exigido. A ese efecto, solicita del mundo libre el monto total del rescate, bien mediante aportaciones voluntarias, bien por medio de empréstitos concertados a nombre del Consejo.

2) Que planea, además, la libertad de todos los prisioneros de la guerra civil cubana, por entender que las negociaciones deben extenderse a la totalidad de los presos políticos que se hallan en prisión por combatir al régimen de Cuba.

3) Que, con el propósito de viabilizar la efectividad de las negociaciones, el Consejo entiende que se deben realizar a través de la Cruz Roja Internacional, como es usual en estos casos, sin que se excluya cualquier otro instrumento de negociación que ofrezca garantía”.

                                                                                  (Firmado: José Miró Cardona).

 

Continuó Miguel con su explicación de lo que le habían comunicado desde la oposición cubana establecida en Miami:

La propuesta de Fidel Castro de canjear a los mercenarios, como los calificaban en Cuba, le pareció bien a la Casa Blanca, y con ello aceptaban solo la cuantía de la operación, pero no era admisible lo de mercenarios, ya que para el Gobierno de los Estados Unidos y para los exiliados, los cubanos eran “Patriotas”, por ese motivo se creó un comité particular que sería presidido por la señora Roosevelt y otras personalidades norteamericanas con el objeto de que recaudaran los fondos exigidos por Castro y consiguieran la libertad de los prisioneros brigadistas. Por otra parte, Fidel Castro se había enterado de esa iniciativa particular, donde, por supuesto, participaba la oposición cubana, por lo que añadió una nueva condición a sus exigencias: Recibiré a la señora Roosevelt pero no admito a nadie del Consejo ni a la Cruz Roja.

Otro de los acontecimientos muy comentado en Miami fue la llegada de un joven brigadista que consiguió escapar del cerco que habían tejido los milicianos y el ejército regular cubano en el entorno de Playa Girón, su historia la contó de esta manera:

“Estuve vagando varios días por la ciénaga, luego me adentré en los campos, deambulé por lugares inhóspitos sin alimentos y, cuando mis fuerzas no daban para más, me arriesgue a refugiarme en un bohío, me encontraron desfallecido unos labradores que me ayudaron durante unos días hasta que me recuperé. Otra familia del lugar me proporcionó vestimenta adecuada para que pareciera un autentico campesino y me fui acompañando a un grupo de agricultores hasta La Habana, llegué a la capital sin mayores problemas con el disfraz de labriego y con una cesta de frutas me presenté en la embajada de Panamá, a los milicianos de guardia les dije que iba a vender mi mercancía, pero una vez dentro de la delegación diplomática solicité asilo político, les expliqué mi caso particular y me dieron la ayuda solicitada, pero tuve que permanecer en esa sede por unos treinta días hasta que consiguieron proporcionarme la documentación necesaria para embarcar para la ciudad de Miami”.

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