Capítulo 51 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas
Luego de disfrutar 50 capítulos es momento de compartir el Capítulo 51 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. Espías de Castro en la sombra.
51
Espías de Castro en la sombra
Había pasado casi un año desde que Cipriano viajó como pasajero en el buque donde se encontraba nuestro protagonista, este excombatiente participó en la tertulia de a bordo y al despedirse le prometió a Jin que lo visitaría cuando el trasatlántico realizara una escala en Tenerife, esta visita se efectuó al final del primer trimestre del año 1962. Después de que se saludaron, nuestro marino le manifestó al exguerrillero que tenía que concluir unos asuntos referentes a la navegación que le demorarían unos quince minutos pero que luego bajarían a tierra para tomarnos algo y hablar de los últimos acontecimientos cubanos.
Mientras tanto el visitante pasó este tiempo saludando a otros miembros de la tripulación.
Una vez concluidos los deberes que retenían a Jin, los dos amigos se dirigieron hacia la ciudad y recalaron en la Bodega San José, situada en la calle del mismo nombre para tomarse unos vinos y poder charlar con tranquilidad. Pero como hacía tiempo que no se veían, nuestro protagonista le contó los sucesos acaecidos durante ese año, pero solo los detalles más significativos que los periódicos del resto del mundo no reflejaron debido al hermetismo que mantenía el régimen castrista para con los medios de comunicación. Algunos de esos hechos fueron toda una sorpresa para el expolicía, especialmente el tema de las torturas psicológicas, por ese motivo le hizo una aclaración:
Al principio cuando desarrollaba mi función como policía en Cuba, sabía que se suministraban castigos físicos y corporales, los cuales eran frecuentes, especialmente en las cárceles, yo no estaba de acuerdo ya que en la mayoría de las ocasiones las palizas eran sin razón y muchos de los maltratos que se aplicaban eran solo porque los retenidos se negaban a reconocer las medidas adoptadas por el régimen. Este fue uno de los principales motivos que me hizo abandonar la policía, después de reflexionarlo muy bien me decidí y me refugié en una embajada hasta conseguir abandonar la Isla. En esos momentos escuché a compañeros que comentaron que se estaban aplicando métodos psiquiátricos y psicológicos.
Después de las explicaciones aportadas por Cipriano, nuestro marino le pidió que le contara algo sobre la policía secreta, pues en La Habana le habían hablado de que estos elementos eran peligrosos y se estaba refiriendo a los pertenecientes al Departamento de Investigación Criminal y a otros agentes de inteligencia, además le habían comentado que uno de los jefes de equipo, era descendiente de Canarios. Se lo refería por si él lo conocía o tenía referencias suyas que confirmaran lo que le habían expuesto.
Cipriano le replicó:
Te voy a contar lo que conozco de ese cuerpo y de uno de sus jefes:
Efectivamente conocí a un tal Felo, ese nombre es común en Canarias, se emplea como apodo o diminutivo, y es habitual llamarlos con ese apelativo desde pequeños, aunque en muchas ocasiones no corresponda con el diminutivo del nombre de pila. Este sujeto nació en Cuba y se crio como tal, pero sus padres eran de las Islas Canarias, creo que me dijo en una ocasión que sus progenitores eran de Tenerife.
Felo se distinguió en la lucha contra la dictadura y cuando terminó el conflicto se incorporó a la Policía Nacional Revolucionaria, después de unos meses pasó al Departamento Técnico de Investigaciones. Desde esa dependencia se fue infiltrando entre los contrabandistas, delincuentes y ese oscuro mundo de la criminalidad, con el paso de los meses, por sus actuaciones se ganó una buena reputación entre sus mandos, por ese motivo sus superiores vieron su potencial y por ello lo seleccionaron para liderar un grupo operativo especial. Sus jefes le dieron todas las facilidades para que él mismo escogiese a los agentes que le iban a acompañar en las futuras misiones, así mismo los entrenaba y aleccionaba personalmente en todo lo referente a la manera de actuar, aunque como era muy desconfiado hacía vigilar a sus propios subordinados por otros policías ajenos al grupo.
De esa manera confeccionó toda una red de agentes secretos, informantes y chivatos que mantenía a su servicio. Cada día actuaban con contundencia sobre elementos criminales, ladrones y contrabandistas. Los operativos se sucedían día tras día y no daban cuartel al hampa, las actuaciones y misiones que realizaban iban en aumento, las detenciones y las confesiones se conseguían a base de aplicar la fuerza. Pasado un tiempo comenzó a recopilar información sobre los que le rodeaban y sobre algunos mandos, para ello se infiltraba, no solo él, sino también algunos de los que se mantenían bajo sus órdenes, por lo que sus dossiers secretos eran de lo más variado.
Las acciones que emprendía, en la mayoría de los casos, se desarrollaban de manera violenta, con tiroteos, persecuciones y en ocasiones se armaba alguna pelotera que terminaba en un puro combate de boxeo, aunque según lo que sé, tanto él como sus subordinados nunca se pasaron con la ciudadanía normal.
Pasado un tiempo instalaron su cuartel general en el hotel Habana Libre, al que se conocía, antes de la revolución como Habana Hilton, la razón de esa ubicación, no fue otra que espiar a las delegaciones extranjeras visitantes, fueran estas misiones oficiales de gobiernos extranjeros o delegaciones comerciales. El departamento correspondiente del Ministerio del Interior siempre los hospedaba en ese hotel, lo que les permitía realizar una vigilancia cercana. Conocían quienes visitaban a esos huéspedes y realizaban escuchas de lo que allí se hablaba, pero no solo estaban ellos en ese asunto, sino que además existían otros grupos de inteligencia que se movían en ese ambiente, inclusive los militares también operaban en ese entorno y solo dependía de la delegación que girase visita a Cuba para tomar la iniciativa. Así mismo, los altos dirigentes mantenían reservada para su uso exclusivo la última planta del hotel, donde también alojaban a los altos dirigentes extranjeros que visitaban la Isla como invitados oficiales, de igual manera estas dependencias se utilizaban para realizar las reuniones de los altos mandos de la policía y del régimen.
La misión de este grupo se centró especialmente en recopilar información del clan de criminales que operaban en la ciudad, y al mismo tiempo recibía las indagaciones que realizaban los otros agentes que se encontraban destacados en las provincias. La recopilación y tratamiento de toda la documentación la efectuaba y analizaba la agrupación comandada por Felo, la labor que desempeñaba esa sección era muy amplia, desde seleccionar la documentación, mantener una vigilancia exhaustiva sobre el mundo criminal, conservar un archivo de fotografías y de huellas dactilares y cualquier otra cuestión que se considerara beneficiosa y que les permitiera realizar su misión. Si se detectaba cualquier acción delictiva, de la que no tuvieran conocimiento, infiltraba a un agente con la finalidad de recabar más información y percatarse de lo que se estaba planeando, si por el contrario, las actividades localizadas pertenecían a grupos contrarrevolucionarios, le pasaba la información a los compañeros especializados en esa materia.
La información era constante y debido a su abundancia, Felo designó a un agente muy conocido mío del tiempo en que los dos estaban en la misma unidad de la Policía Nacional, quien me contó, pasado un tiempo, toda esta historia. Mi compañero asumió la tarea de clasificarlos informes y darle un orden entendible y de rápida localización, como había estudiado en la universidad matemática y estadística, este conocimiento le fue muy útil y este trabajo estimuló su intelecto. Por la labor desarrollada el jefe lo felicitó y lo tenía en cuenta para cualquier labor de inteligencia que pusiera en marcha, así mismo le encomendaba tareas de coordinación en las acciones que mantuviera operativas.
Aunque el grupo mantenía sus operaciones en el hotel Habana Libre, eso no era obstáculo para que operaran en otros hoteles de categoría de la zona turística de la capital habanera, pues algunas delegaciones extranjeras de menor importancia se hospedaban en ellos, por lo que debían extender sus redes a esos establecimientos y conocer lo que allí se trataba.
En una ocasión, cuando el grupo se encontraba en plena faena en la sede principal, que precisamente era donde tenían los altos cargos la última planta reservada, se ordenó bloquear uno de los ascensores que accedían a ese último piso, y no se permitía llegar hasta allí a ninguna persona que no estuviera identificada y en la lista de invitados. La tarea de reconocer a los mandos autorizados y a los invitados recayó sobre un agente, paisano del jefe del grupo. Todo se estaba desarrollando con normalidad hasta que se presentó una señora que pretendía subir a esa última planta y no figuraba en la lista de los invitados ni entre las personalidades que tenían que reunirse, pero insistió mucho de que debía comunicar un importante mensaje al jefe; el agente encargado pensó que ella era miembro de alguna unidad encubierta, porque en más de una ocasión la vio hablando con Felo, por lo que finalmente el agente le dijo al ascensorista -súbela hasta la última planta- pero para sorpresa de todos, esta mujer no era un agente secreto o de inteligencia, sino la amante del policía, que en un arrebato de celos pensaba que él estaba con otra mujer y que aquella suite era un nido de amor. El incidente y escándalo fue de tal magnitud que el jefe de la unidad terminó herido por la celosa fémina, quien le asestó un corte con un cuchillo, otros agentes intervinieron para reducir a la dama, la calmaron y se la llevaron a un lugar tranquilo para que se tranquilizase.
Continuó Cipriano relatando la historia de otro policía reconvertido, que perteneció a su misma unidad:
Este agente se integró en inteligencia y adoptó el nombre en clave Vladimir, su misión fue infiltrarse entre las filas opositoras al régimen castrista, primero en Cuba y después en Miami. En esa ciudad, su tarea consistía en organizar una red con los agentes y chivatos que el Servicio de Inteligencia Militar había enviando allí, se hacían pasar por anticastristas, en alguna ocasión había contado de que se había escapado clandestinamente para no despertar sospechas, así mismo a todos estos informadores se le procuraba un trabajo y realizaban una vida normal como cualquier ciudadano, algunos se dedicaban a recopilar información que trasmi-tían puntualmente a sus mandos en La Habana, otros permanecían durmientes hasta que recibieran el mensaje de actuar. Este operativo se montó en la capital del exilio cubano, pero extendió sus redes hasta otros puntos de los Estados Unidos, y siempre donde hubiera asilados cubanos de cierta importancia.
Este agente infiltrado gozaba de la confianza de los principales miembros del Buró Político Cubano, no solo porque pertenecía al partido comunista, sino además, porque había combatido con los miembros del M26-7. Durante su juventud realizó diversos atentados y combatió en las calles la dictadura de Batista, hasta que se produjo el desembarco del Granma, a los pocos meses se integró en las guerrillas de las montañas. Después de permanecer un tiempo en la Policía Rebelde se incorporó como uno de los primeros componentes del G2, en esta sección continuó con su carrera ascendente, participó en acciones de contraespionaje contra los servicios secretos de los países occidentales, especialmente estuvo husmeando en la CIA, pero su misión principal, mientras se desarrollaba su labor en Cuba, fue espiar y detectar a los contrarrevolucionarios.
Otra de las facetas de este agente era su afición al cine, lo que le llevó a mantener amistades con muchos actores y actrices, algunos de ellos los ganó para la causa rebelde y los usaba de tapadera con la finalidad de que sonsacaran información a otros actores, especialmente cuando realizaban giras por el exterior, así mismo le encomendaba a su red de informantes que sondearan a los cubanos exiliados, que averiguaran los nombres de los principales dirigentes y de los más influyentes paisanos en esos lugares. Era tal el comportamiento de este agente que los analistas de conducta realizaron un informe en el que expresaban la necesidad de trasladarlo a otro destino, pues en el que actualmente desempeñaba se había quemado, esto significaba, en el argot de los servicios secretos, que eran bastante conocidas sus actividades.
Pero el elemento era de la vieja escuela. Había sido compañero de fatigas de los actuales dirigentes cuando se encontraban en pleno apogeo la lucha contra el gobierno de Batista y en más de una ocasión, además de distinguirse en el combate contra las fuerzas regulares, salvó la vida a algunos de los que ahora eran los máximos responsables de la cúpula militar y de los servicios de inteligencia del ejército, por esa razón mantenía muy buena amistad con mayoría de los generales del ejército rebelde e inclusive con el propio Ministro del Interior. Además, alguno de ellos, saltándose toda la cadena de mando, le encargaba misiones especiales y secretas, para estos hechos gozaba de la máxima autonomía, por lo que se creía intocable, pues a lo largo del tiempo había acumulado una ingente cantidad de información y conocía hasta los más mínimos secretos, no solo de estos altos jefes que lo protegían, sino también de toda la cadena de mando. Al contar con esa cantidad de datos secretos se consideraba una persona invulnerable y en más de una ocasión llegó al enfrentamiento directo con los mandos intermedios, lo que le ocasionó algunos enemigos.
El enfrentamiento llegó a límites intolerables, lo que molesto muchísimo a uno de los comandantes de la revolución, que lo tachó de enemigo de la causa. Uno de los altos mandos de la cúpula militar, que le debía la vida de los tiempos de la lucha en Sierra Maestra, lo destinó a la unidad de interrogatorios de la sección de agentes ilegales, en este campo desarrolló una extensa labor y puso a prueba sus dotes de interrogador, por tal motivo se le enviaba a interrogar a los agentes extranjeros, también pasaban por sus redes los que pretendían vender información a los servicios secretos o bien que querían operar en sus filas como agentes dobles.
Durante su estancia en Miami y otros puntos de los Estados Unidos, adoptó varios nombres, así mismo se distinguió como organizador de los servicios clandestinos cubanos, se hizo un experto en contrainteligencia y un buen conocedor de la CIA y su forma de operar, por esta razón, en cualquier acción que esta agencia tratara de organizar relacionada con Cuba, él siempre iba un paso por delante.
Cipriano realizó un alto en su explicación, por un lado para refrescarse la garganta y por otro por si Jin tenía alguna pregunta, lo que aprovechó para comentarle:
¿Conoces alguno de los informes que redactaba ese agente?
El tertuliano le manifestó:
Algunos tengo y te los voy a relatar, tal y como me acuerdo:
Recordarás que antes te nombré al compañero que tuve en la Policía Nacional y que después pasó a desempeñar la labor de organizar los archivos que le encomendaba Felo, pues cuando los informes pasaban por sus manos. Conservó algunos por si en el futuro pudiera necesitarlos, ya que tenía conocimiento que los demás compañeros hacían lo mismo, pues trataban de cubrirse las espaldas, dado que con el régimen no sabías cuando podías caer en desgracia. Pero ahora te advierto que todo lo que en ellos se expresa se debe considerar como hechos presuntos y por motivos obvios los nombres son supuestos, además los propios redactores de los informes mantenían una serie de claves y cambios de nombres para que no guardasen relación entre ellos, así mismo, los agentes de inteligencia o a los colaboradores infiltrados, se procuraban mantenerlos en el anonimato para no perder sus tapaderas.
Estos casos que te voy a referir fueron de agentes preparados o reclutados por el agente conocido como Ivanov, a quien le gustaba realizar estas labores por sí mismo.
Para el entrenamiento de los aspirantes contaba con oficiales de inteligencia, que a su vez habían sido preparados por la KGB y la STASI, el equipo lo integraban especialistas en transformación del comportamiento comandados por un doctor en psiquiatría, este grupo médico tenía en su currículo el haber preparado los programas de ablandamiento de los disidentes cubanos y se encargaban de extraer la información que permanecía oculta en lo más profundo de la mente de estos combatientes anticastristas.
Después de esta aclaración paso a relatarte algunos de los casos de preparación de espías.
Este caso lo denomino como “El regreso del joven cubano”.
Este cubano nació en los Estados Unidos porque sus padres habían huido de Cuba para exiliarse por culpa de las tiranías de épocas pasadas, como es natural, su hijo se educó y estudió como cualquier ciudadano norteamericano. Como la mayoría de los jóvenes asilados, al triunfar la revolución castrista y ser derrocado el régimen batistiano regresó a su tierra, pues añoraba al resto de la familia y además quería contribuir en la reconstrucción de la patria. Cuando llegó a La Habana, le pintaron de colores y como las mil maravillas los principios de la revolución y las grandes cosas que se podían hacer con la colaboración de todos. El hecho fue que lo embaucaron y comprometieron, y cuando se vino a dar cuenta ya lo habían reclutado como agente secreto. Lo prepararon en todas las artes del espionaje y, siguiendo las técnicas de la KGB, le realizaron un lavado de cerebro, para ese fin, el máximo responsable del proyecto y los oficiales instructores estaban poniendo en práctica un nuevo programa de entrenamiento que se había desarrollado en Moscú, y que incluía, entre otras cosas, las siguientes facetas:
“Desarrollar en el futuro agente una agresividad en todos los sentidos, asegurarle creer en sí mismo, procurarle una concentración y percepción en cualquier ambiente”, esta estaba considerada como una primera fase. El paso siguiente en su adiestramiento consistía en temas más formales, como: “recibir una preparación académica, manera de comportarse en sociedad y en el refinamiento de su persona”. Todos esos comportamientos y modales se le fueron inculcando de manera psicológica, la fase siguiente fue buscarle una tapadera, pues bien, como su procedencia era de los Estados Unidos, aprovecharon a los agentes infiltrados en Miami para prepararle una pantalla como empresario radicado en esa ciudad. Una vez estuvo todo listo y como se trataba de un ciudadano norteamericano, nacido y criado en Houston, Texas, a nadie le podía extrañar que se estableciera en Florida, además en esa ciudad había muchos cubanos y allí se encontraban algunos de sus parientes que habían conseguido abandonar Cuba. De esa manera se fue conformando toda una red de espías cubanos en suelo norteamericano.
Continuó nuestro redactor hablando de otro caso de reclutamiento de espías.
El servicio de contraespionaje mantenía una vigilancia constante sobre los funcionarios extranjeros, bien que estuvieran radicados en La Habana o que visitaran Cuba en misión oficial o por razones de trabajo. Al estar siempre controlados, bastaba cualquier detalle o descuido en su conducta para que estos reclutadores ejercieran influencias sobre ellos, en algunos casos las provocaban con regalos u ofreciéndoles mujeres para que mantuvieran relaciones sexuales, que normalmente grababan en películas para posteriormente usarlas en su contra si no les daban lo que ellos pretendían.
Hubo un caso que se conoció, pues el escándalo apareció en varios periódicos europeos, la trama la protagonizó un funcionario de una sede diplomática del viejo continente que se dedicaba a sacar joyas y divisas de súbditos extranjeros de su nacionalidad que posteriormente abandonaban la isla. Esos manejos fueron detectados por los espías reclutadores, buscaron las pruebas, después le tendieron una trampa donde lo comprometieron y con las pruebas en su contra lo abordaron, le reprocharon su conducta y le hicieron saber que si no se avenía a los requerimientos que le exigían destaparían el asunto, por supuesto emplearon todas su dotes persuasivas y se las compusieron para no dejarle ninguna salida, por lo que, al verse atrapado, se arrojó en manos de sus nuevos amos, que le obligaron, entre otros asuntos, a revelar hasta las más mínimos datos de sus compañeros de trabajo, los asuntos que se llevaban, la información y contenido de los comunicados que se enviaban a su país y todo un sinfín de documentos relacionados con la política exterior y los actuaciones militares de esa nación en suelo extranjero. Como pago a sus informes se le permitió seguir realizando sus trapicheos, pero de una manera controlada y que ellos consideraran como aceptable, siempre dependiendo del valor de la información que les suministraba.
Otra de las operaciones emprendidas por este grupo especial de contraespionaje consistía en reclutar empresarios establecidos, o si no los creaban en el lugar que más les conviniera, con ello se procuraban magníficas tapaderas. Uno de estos supuestos reclutados que posteriormente salió a la luz, fue el caso de un súbdito italiano, sobrino de un diplomático de ese país radicado en La Habana. Por su nacionalidad y como tenía relaciones con la comunidad italiana establecida en los Estados Unidos, le fue muy fácil introducirse en ella y comenzar a relacionarse a su vez con los cubanos residentes en diferentes ciudades norteamericanas, con esta penetración cultivó la amistad de un pariente suyo que participaba como activo en programas secretos de la CIA. Con esos antecedentes, los reclutadores le confeccionaron una fachada como empresario y fueron tendiendo toda una red comercial allí donde les interesaba conseguir la información, una de ellas consistió en abrir un establecimiento de importación-exportación en Panamá y con ello realizaron un acercamiento a altos dirigentes, tanto políticos como militares cercanos al general Noriega, con el fin de conocer los planes que se estaban fraguando por parte de los estadounidenses y los exmilitares cubanos. Como esa operación fue un éxito, el departamento de contraespionaje propuso crear otra tapadera para que este italiano sirviera de pantalla fundado una empresa de automoción que importaba autos americanos y repuestos para los mismos, además abrió una sucursal de compras en Miami, y esa fachada servía de receptor y trasmisor de mensajes e informes que los agentes destacados en los Estados Unidos tenían que enviar a sus jefes en Cuba, también se utilizó esta empresa para introducir a los agentes en ese país, todos estos pasos siempre se realizaban de manera encubierta y la mayoría de los agentes cubanos que entraban en Florida venían con el disfraz de escapados.
Otra de las obsesiones del Departamento de Inteligencia Cubana era la cantidad de exiliados que abandonaban el país y que pedían refugio en otras naciones, una de ella era España por su vinculación de sangre, ya que muchos de los que abandonaban Cuba se dirigían a esta nación, muchos de los asilados eran cubanos de segunda generación y por tanto nacidos y criados en la Isla, por lo que eran cubanos de nacimiento y de corazón. Como el número de estos iba en aumento y el régimen castrista tenía noticias de que se estaban formando grupos de oposición en ese país, consideró conveniente establecer un sistema de información para estar al tanto de lo que se estuviera cocinando por esas latitudes.
En primer lugar enviaron a algunos agentes y fueron destinados a la Embajada de Madrid con las más diversas tapaderas, pues una penetración de agentes encubiertos de calle se hacía más difícil ya que en España regían leyes muy estrictas en ese aspecto, su policía y el servicio de información del Ministerio de la Gobernación mantenía una vigilancia exhaustiva, especialmente hacía grupos que tuvieran vinculación con el comunismo, pero los agentes cubanos se las ingeniaron para establecer ciertas relaciones con elementos contrarios al régimen franquista, presuntamente del ámbito del espectáculo y de las artes escénicas, y de esa manera fueron penetrando y reclutando a los que consideraban más manejables, con lo que la red creció en grandes proporciones, fue tal su expansión que se permitieron desplazar algunos elementos a los países colindantes. La creación de un club de teatro y el fomento y divulgación de la música y del baile cubano sirvieron como tapadera, algunos artistas se involucraron de tal manera que sus domicilios servían para dar hospedaje a altos dirigentes de la inteligencia cubana. Otras de las misiones encomendadas a estos tapados era trasmitir con tiempo las visitas de empresarios importantes españoles a Cuba con la finalidad de preparar todo un operativo que les sirviera para realizar un seguimiento de su estancia en la Isla.
Estos son los métodos y el reclutamiento empleado por los agentes cubanos que se encargaban de desarrollar las misiones en el exterior, solo te he contado los más significativos, ya que toda la historia sería muy extensa, en otra ocasión te referiré la historia de una espía cubana que se infiltró en la cúpula de la inteligencia militar norteamericana.
Se despidieron, pero antes Cipriano reiteró su compromiso para visitar a Jin en un próximo viaje.