Capítulo 20 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas
Luego de leer 19 capítulos es momento de compartir el Capítulo 20 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. A seguir en esta historia cada vez más atrapante! Cómo prosiguió la Revolución Cubana? Pagó justo por pecador luego de un año de revolución?
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Las derivas de la revolución cubana
Antes de concluirse la fiesta que había preparado doña Rosa, nuestro protagonista le pidió al abogado sí podrían quedar para el día siguiente, con el fin de profundizar con mayor detalle de esta primera etapa de la revolución cubana, tras casi un año de los milicianos en el poder.
Don Jesús fue un abogado de prestigio en su tierra natal que tuvo que abandonar Cuba por incompatibilidades con los planteamientos legales del nuevo régimen, tras la huida se asentó en Barcelona, donde prestaba sus servicios a los exiliados cubanos de la provincia y a otros del resto de la península.
Jin, tal y como había convenido, acudió al domicilio del letrado con la finalidad de que le pusiera en antecedentes del camino que habían emprendido los milicianos en el transcurso de casi un año de ejercicio del poder, así mismo, quería investigar lo que suponía la deriva comunista de la revolución y el adoctrinamiento que comenzaba a gestarse sobre la sociedad cubana, aunque este permaneciera encubierta.
Don Jesús comenzó diciendo:
Posiblemente repita algunas cuestiones que ya te son obvias, por las anteriores conversaciones que has mantenido en el domicilio de don Alberto, pero, para un mejor entendimiento, debo comenzar desde el principio en tan delicado asunto. Desde que se instaló el nuevo gobierno revolucionario en Cuba se sucedieron una serie de acontecimientos que, con toda claridad indicaban una deriva hacia un régimen totalitario de izquierdas, aunque desde un principio fue justificada como provenientes de demandas y peticiones emanadas del pueblo, se le otorgaba a los cambios del carácter de voluntad de la ciudadanía y, según ellos, no había que defraudarla.
Continuó el abogado:
Una vez había llegado el comandante Fidel Castro a la capital, se dio comienzo a una campaña encubierta contra el gobierno estadounidense, lo que propició que el 12 de enero la Misión Militar Norteamericana, que venía prestando asesoramiento técnico al ejército, fuera declarada non grata, además fue instada a abandonar Cuba a la mayor brevedad posible.
Por otra parte, y en lo referente a la educación, al comienzo el ataque se centró en la Universidad Católica de Villanueva, para ello se dictó una ley que anulaba todos los títulos emitidos por dicha universidad, lo que no cabe duda constituía una asfixia económica para dicho centro docente al quedarse sin los ingresos provenientes de las matriculas que le garantizaban su existencia lo que coartaba la libertad de enseñanza y de pensamiento que hasta ese momento existía. En ese mismo día se decretaría que para viajar al extranjero los cubanos debían disponer de una autorización del Jefe de la Policía, aun teniendo el pasaporte vigente, lo que equivalía a la implantación de un estado policial. Por esas fechas, comenzaron las destituciones y se produjeron nuevos nombramientos, los cuales recaían en personal cercano a la revolución.
Continuaron pasando los días de enero y la tónica seguía siendo la misma, cesaban en sus cargos a los funcionarios que venían desempeñando sus tareas eficientemente, aun sin haber pertenecido a partido político alguno ni ser simpatizantes del sistema anterior, para ir nombrando a personas adeptas al nuevo régimen. Esto se producía en todos los estamentos y escalas del poder, y con ello se podía observar un afán del control total. De igual manera, se hizo saber por radio y televisión, y por boca del Primer Ministro, el Doctor Miró Cardona, que en el ánimo del gobierno estaba mantener la suspensión del juego en cualquiera de sus formas.
Otro indicio que se apreciaba en el comportamiento de algunos de los cargos de la nueva administración, lo constituía el planteamiento hacia los periodistas e informadores, especialmente aquellos que no se advinieran a los postulados de la revolución o que emitieran o publicaran noticias contra esos intereses; a estos se les etiquetaba como simpatizantes del régimen de Batista y por consiguiente candidatos a expedientes de expulsión del colegio profesional correspondiente, según las leyes puestas en funcionamiento por el Ministerio del Interior, lo que supuso un ataque a la libertad de expresión.
Seguían transcurriendo los días del mes de enero y las expropiaciones continuaban sin parar, además, de manera forzosa y sin pago previo o indemnización, esto concuerda con un estado totalitario. El día 20 fue aprobaba la Ley donde podían otorgar la ciudadanía de cubano a todo extranjero que hubiera combatido al régimen de Batista con las armas, así mismo, por esa misma disposición, al Che Guevara y a otros milicianos se les otorgaría, oficialmente, los grados que ostentaban cuando combatían en el ejército rebelde.
A finales de enero, ya las salidas de cubanos hacia el exterior se hacían muy numerosas. Para congraciarse con los postulados de Fidel, el Presidente Urrutia propuso su particular visión sobre la concepción de asilo y lo que debían cumplir los naturales de Cuba para abandonar la isla, ya que los extranjeros con residencia permanente en la Isla solo tenían que cumplir una serie de requisitos y pagar unas tasas. Estas medidas se impusieron por la avalancha de solicitudes para abandonar el país que se estaba produciendo.
Así mismo, se decretó el cambio de moneda a la par con el dólar, y se prohibía manejar dólares dentro de Cuba, de igual manera, se impuso a los exportadores que debían ingresar las diferentes divisas por sus transacciones comerciales y a los tripulantes y pasajeros de los buques y aviones que arribaban a puertos o aeropuertos cubanos tenían que declarar y cambiar los dólares que portasen.
Como consecuencia del malestar que produjo en el gobierno de los Estados Unidos y en la opinión pública de ese país la noticia de la expulsión de los miembros de la Misión Militar Norteamericana, el Secretario de Estado, John Foster Dulles, manifestó:
“Tras la actuación del gobierno revolucionario de Cuba ante las múltiples acusaciones y menosprecios hacia la ayuda norteamericana, y tras no obtener respuesta a las objeciones del pueblo americano a esas manifestaciones, el Gobierno de Nuestra Nación considera oportuno retirar la misión y su personal de territorio cubano”.
Con esta aptitud, ya se habían trazado los planes para una derivaba hacia el comunismo.
Solamente había transcurrido medio año de mandato del nuevo gobierno revolucionario cuando ya se habían producido, en el seno del ejecutivo cubano, importantes cambios. Por un lado, se retiró el Primer Ministro, Miró Cardona, para dejar el camino libre a Castro.
El siguiente sería el presidente Urrutia que cayó en desgracia y fue forzado a dimitir, siendo sustituido por el Sr. Dorticós que, según la opinión de expertos en asuntos cubanos, era más manejable e inclusive simpatizaba con los socialistas. Esta sustitución se llevó a cabo de tal manera que, a los ojos de la ciudadanía cubana y del resto de los medios de comunicación de todo el mundo destacados en La Habana, no quedaba ninguna duda sobre su legalidad.
Prosiguió el abogado dando sus últimas explicaciones:
Continuaron las expropiaciones, especialmente después de la Reforma Agraria.
Los contactos y las visitas a los países comunistas se sucedían semana tras semana, las delegaciones soviéticas y cubanas intercambian continuamente viajes a La Habana y a Moscú. Los atropellos y persecuciones a la ciudadanía se siguen produciendo, en especial a todos aquellos que discrepan de los planteamientos del nuevo régimen.