Capítulo 10 de Pudo ser un Undercover: Novela por Entregas

Pudo ser un Undercover: capítulo 1
Pudo ser un Undercover

Tras leer nueve capítulos es momento de compartir el Capítulo 10 de Pudo ser un Undercover, del escritor V. M. Bongutz. A seguir en esta historia espectacular!

La influencia de los comunistas españoles en la Revolución Castrista

A las seis de la tarde se presentan Miguel y Jin en casa de don Alberto, ya don Jesús se hallaba en la salita de la conversadera, nombre que le había atribuido doña Rosa, que se encontraba en la cocina preparando algunas delicias cubanas para ofrecerle a sus invitados. Después de los saludos de rigor y preguntar por todos los pormenores, que en ese caso se estilan, así como realizar algunos comentarios de los últimos sucesos de Cuba, el abogado comienza a explicar la influencia de los comunistas entre las filas rebeldes:

Hay que considerar varias vertientes sobre la influencia de la doctrina comunista entre las filas de los rebeldes. La primera prevalece desde que Raúl Castro se afiliara a ese partido, a través de la denominada sección “Juventud Socialista”, cuando aún se encontraba en la universidad estudiando leyes, aunque el nombre que ostentaba en ese momento era el de Partido Socialista Popular, esta denominación la usó desde el año 1944. Antes de encontrase en la clandestinidad su apelativo era Partido Comunista Cubano, pero posteriormente cambiaría su título por el de Unión Revolucionaria Comunista. Al ser ilegalizado como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, adopta el nombre de Partido Socialista Popular, cuando era Secretario General, Blas Roca.

En el primer periodo democrático del gobierno de Batista, el gobernante fue apoyado por ese partido, pero en el posterior mandato golpista pasó a la ilegalidad, inclusive su órgano de propaganda desde la clandestinidad tuvo la desfachatez de criticar el asalto al Cuartel de Moncada.

Al comienzo de las luchas para derrotar a la dictadura, el partido no define su postura hacia el Movimiento 26 de julio y tampoco apoya la lucha para el derrocamiento de la tiranía. Fue casi a finales del año 57, cuando se plasma la unión de los dos movimientos y muchos de sus militantes se integran en el campo de batalla, inclusive forman un frente que denominaron de Escambray, cuya actuación se localizó en la provincia de Las Villas.

Una vez alcanzado el triunfo de la revolución, los comunistas comienzan a imponer su tesis al encontrar propicio el terreno, puesto que los hermanos Castro mantenían sus simpatías por esa doctrina. A medida que los principales jefes de los milicianos del M26-7 se afianzaban en el poder, también lo hacían los afiliados del partido comunista, lo que los lleva a ocupar puestos relevantes dentro de la nueva organización de la República. Consiguieron posicionarse en el ejército, en educación, en el INRA y en todos aquellos estamentos que les permitía tener cierta supremacía.

Pero volvamos a Raúl. En los tiempos de la universidad no escondía su militancia, aunque mantenía una cierta discreción por estar prohibida por la dictadura batistiana. Desde la época de estudiante perteneció a las Juventudes Socialistas del PSP. Además, pocos datos registrales podemos encontrar de esa afiliación en ficheros de esa etapa, ya que todos los archivos de la “Oficina Represiva de Actividades Comunistas” fueron requisados por el Che y posteriormente quemados. Aunque, a estas alturas del año 1961, ya no se esconde la orientación comunista del gobierno. Con anterioridad, el menor de los Castro, sentía una admiración por todo lo soviético y tuvo la oportunidad de visitar ese paraíso que tanto añoraba en un viaje de estudiantes latinoamericanos a Países del Este. En su regreso a Cuba, en un trasatlántico italiano, mantuvo un encuentro “casual” con un hombre llamado Nicolai. Pasado un tiempo se supo que esta persona era un dirigente de la KGB, y que, según un presunto informe de un miembro de inteligencia, mantenía su apoyo y asesoramiento a los guerrilleros cubanos desde sus inicios en México, durante la lucha en las montañas cubanas y, posteriormente, después de la toma del poder.

Continúa el abogado explicando la implicación de los comunistas en el gobierno cubano:

Desde el principio de la lucha castrista se puso en práctica la doctrina comunista en la porción de territorio que iba ocupando el menor de los Castro. Después de producirse los combates y de haber ganado una extensión de terreno en la comarca de la Sierra de Cristal, procedía el asentamiento de la guerrilla en esa región.

Entonces Jin preguntó. ¿Cómo ejercían el poder los milicianos del “Segundo Frente”?

En esa comarca se implantaron los principios marxistas-leninistas, para llevarlos a la práctica se recurría a los exiliados republicanos españoles. Muchos de estos españoles eran profesores de la Universidad de Oriente, a quienes se les unirían otra serie de comunistas del Frente Popular de España que habían huido antes de concluida la Guerra Civil Española.

Desde la Universidad de Oriente, estos comunistas españoles realizaban constantes viajes hasta las montañas, donde habían establecido el cuartel general, al frente o a los diferentes campamentos donde se encontraba la tropa, hasta allí se desplazaban estos bolcheviques hispanos para impartir sus enseñanzas. Su principal misión era el adoctrinamiento marxista-leninista en la región conquistada. Se improvisaban escuelas para el adiestramiento comunista y, cuando la situación se fue consolidando en los territorios ocupados, se fundó lo que los rebeldes denominaron “Escuela de Instrucción Revolucionaria”, en ella se preparaban los próximos dirigentes comunistas del régimen.

Además del adoctrinamiento, los republicanos comunistas españoles, también se dedicaban a dar consejos a los dirigentes revolucionarios, la gran mayoría de ellos consistían en sugerirles que realizaran acciones violentas contra los intereses norteamericanos, a pesar de que estos estuvieran legalmente establecidos en territorio cubano. Estos sabotajes iban dirigidos a empresas de minería, centrales azucareras, etc., todas ellas de capital estadounidense. El límite llegó cuando esos cantos de sirena en el oído del dirigente revolucionario, al igual que le ocurriera a Ulises, le insinuaron que secuestrara a militares americanos de la Base Naval Norteamericana de Guantánamo, para usarlos como escudos humanos. Pero esos susurros no cayeron en saco roto, o mejor dicho en oídos sordos, pues en los venideros meses pondrían en marcha una estrategia que se denominó “Operación Antiaérea”, donde los principales actores serían los estadounidenses.

No se hizo esperar por mucho tiempo que los rebeldes cubanos siguieran los consejos de los comunistas españoles, sirvió como excusa unas presuntas fotografías de aviones cubanos cargando bombas en la base estadounidense, con la supuesta finalidad de bombardear las sierras donde se encontraban las guerrillas cubanas.

Don Jesús hace un alto en su charla para hacer su propia reflexión manifestando:

Nunca esas pruebas fotográficas fueron mostradas a la prensa cubana y menos aún a los medios internacionales, posteriormente, después de la fecha que ocurrieron los hechos (junio del 58), y habiendo transcurrido dos años, se dieron a conocer los detalles y argumentos que llevaron a poner en marcha la mencionada “Operación Antiaérea”.

Estos razonamientos se reflejaron en el diario oficial del partido comunista, que según su contenido, eran una serie de informes y pruebas que manejó Raúl para tomar la decisión de ejecutar la acción.

Los conceptos manejados por el menor de los Castro fueron:

“El Departamento de Inteligencia Rebelde le hizo llegar una fotografía y un informe con pruebas donde los estadounidenses estaban ayudando a la aviación cubana, a pesar del embargo decretado por el gobierno norteamericano en noviembre del 57. La fotografía estaba tomada dentro de la Base Naval norteamericana de Guantánamo, donde aparecían dos aviones de Batista y un camión norteamericano cargado de armamento parqueado al lado de los mismos. Las insignias de los aviones junto a las siglas de U.S. que aparecían en una caseta pegada a la pista no daban lugar a dudas de que se trataba de aviones de Batista recibiendo ayuda de la Base Naval norteamericana de la Bahía de Guantánamo».

Estas presuntas pruebas fueron suficientes para tomar la decisión y perpetrar el secuestro de ciudadanos norteamericanos, tal y como lo habían sugerido los republicanos comunistas españoles. Como la comunicación desde Sierra de Cristal con Sierra Maestra no era directa, puesto que cualquier información debía de pasar por los enlaces de Santiago de Cuba, y el tiempo apremiaba para llevar adelante esta misión, Raúl decidió ponerla en marcha el día 22 de junio de 1958. Para ello, redacta la correspondiente orden que les expongo, según lo reflejado en el parte de guerra y tal como lo menciona el referido diario:

«El día 22 de junio me dediqué a escribir la Orden Militar nº.30 además de las instrucciones secretas que complementaban la misma, así como otras instrucciones que con relación a dicha Orden tenían que cumplir las diferentes unidades. Próximo a nuestro territorio, el lugar donde más concentración de norteamericanos había, era la Base Naval. Se escogió el amanecer del viernes 27 de junio para iniciar el cumplimiento de dicha Orden, teniendo en cuenta que ese día de la semana numerosos infantes de marina y oficiales norteamericanos salían de franco hacia la ciudad de Guantánamo. Se señalaron también como objetivos fundamentales el Centro Minero Industrial de Moa, la Nicaro Nickel Company, la United Fruit Sugar Company y sus colonias de Guaro, así como una serie de centrales azucareras cercanas, propiedad de monopolios norteamericanos. El día 26 de junio todas las unidades sabían la misión que tenían que cumplir.»

La finalidad de esta operación consistía en que esos ciudadanos sirvieran de escudos humanos si continuaban los bombardeos de la aviación de Batista sobre objetivos de los frentes donde se encontraban los milicianos.

Continúa don Jesús:

Al conocerse la noticia del secuestro, se desplazaron al lugar varios corresponsales extranjeros que se interesaron por los apresados y formularon una serie de preguntas. Vilma, la comunista más teórica del grupo, era la encargada de realizar las aclaraciones a los medios allí desplazados. Les voy a reflejar algunas de sus repuestas, entresacadas de los informes y crónicas emitidas por esos corresponsales a sus respectivos diarios:

Durante los ratos libres de esos días de guerra, paralizada como consecuencia de los «americanos antiaéreos», como los denominaban los guajiros, se concedieron algunas entrevistas a los corresponsales extranjeros que allí se encontraban. Entre las preguntas que se efectuaban, la mayoría se referían a la situación en que se encontraban los ciudadanos norteamericanos. Si los mantenían en calidad de huéspedes, de prisioneros, secuestrados, retenidos, etcétera. Ante esta pregunta Vilma contestó con agilidad: «El Ejército Rebelde los definía en la posición de testigos internacionales de los acontecimientos que se estaban desarrollando en Cuba». Algunos periodistas rieron maliciosamente, pero continuaron haciéndole otras preguntas.

La justificación de Raúl a estas acciones sería publicada por el periódico del partido:

«La OPERACION ANTIAÉREA ha logrado plenamente sus objetivos políticos, militares y morales. Los combatientes del Ejército Rebelde, así como la masa obrero-campesina que nos apoyaba en todo el territorio liberado comprendieron la cabalidad de la medida adoptada, la que a su vez les permitió ver a ellos, con más claridad, el verdadero fondo de la realidad cubana, los responsables fundamentales de esa situación, y por lo tanto, el hecho indiscutible de que nuestra lucha no podía terminar con la caída de Batista, sino que debía irse más allá, hasta la eliminación de las verdaderas causas de los males de nuestra Patria”.

Continúa el abogado con su disertación sobre la influencia de los republicanos comunistas españoles en la revolución cubana, aunque Jin mantenía para este relato su condición de presunto.

Fidel Castro, a principios del año 1952, se encontraba  militando en el Partido Ortodoxo, aunque hay estudiosos de esa época que afirman su vinculación al partido comunista; así mismo, le atribuyen cierto vínculo con los comunistas republicanos españoles asentados en la Universidad de Santiago de Cuba. También se tiene constancia de que otros marxistas influyeron en el adoctrinamiento de los hermanos, además del ya conocido instructor guerrillero coronel Bayo en México, de igual manera también tomó parte activa en el entrenamiento el militar Manuel Sousa, oficial republicano español. Este hombre poseía una sastrería en la capital azteca, y fue quien realizó las gestiones para alquilar las casas donde se refugiaban los exiliados cubanos, así como el rancho que serviría de base de preparación guerrillera. A este grupo se le unirían otros comunistas asilados españoles, principalmente, pertenecientes a la fracción gallega. También, este negocio servía de punto de encuentro para los principales líderes revolucionarios cubanos y los republicanos españoles, allí se trazaban los planes y se concebían las estrategias que les procuraban la recaudación de fondos, la adquisición de las armas, el sustento de los milicianos y los dineros exigidos para la compra del yate Granma, independientemente del capital aportado por el expresidente Prío.

Otros profesionales republicanos españoles tuvieron su participación activa en esta conjura comunista, para convertir a Cuba en la primera república marxista-leninista de América, a pesar de que en los primeros momentos el Partido Comunista de España, con sede en Moscú, mantenía ciertas reservas sobre el Movimiento 26 de julio. Yo, particularmente, pienso que se trataba de una cortina de humo para que no se viera la participación del Politburó. Pero así y todo el partido prestó su apoyo, especialmente, en la organización clandestina de sus militantes en las ciudades y pueblos. También, confeccionaban la propaganda y preparaban a sus futuros mandos impartiendo los conocimientos de la doctrina comunista. Además, a medida que los rebeldes iban avanzando y ganaban territorio que permanecía bajo su mandato, se iban incorporando profesionales exiliados españoles llegaban no solo de la Unión Soviética, sino también de otros países pertenecientes al Telón de Acero.

Prosigue el abogado explicando todo este proceso revolucionario cubano y la incorporación de comunistas españoles en el mismo:

Una vez tomado el poder por los milicianos, colaboró otro grupo en la preparación de muchas de las infraestructuras creadas por los revolucionarios cubanos, entre ellos periodistas y cineastas, quienes ayudaron a la puesta en marcha y la consolidación del Instituto Cubano de Artes e Industria Cinematográfica (ICAIC) fundado por el Che Guevara, cuya finalidad principal era erradicar, según él, la propaganda imperialista que trasmitía la industria cinematográfica norteamericana.

Una vez se asientan en el poder los revolucionarios, los principales asesores comunistas españoles, en la etapa de la guerra, son requeridos para la preparación y enseñanza de la doctrina marxista-leninista, además, son encumbrados a puestos relevantes dentro de la nueva administración o asumen cargos importantes en las empresas que se iban nacionalizando.

Continúa el tertuliano con su disertación sobre la influencia de los comunistas españoles en la “Cuba Revolucionaria”:

Como se sabe, muchos de los republicanos españoles cuando intuyeron que la Guerra Civil Española estaba perdida huyeron a la Unión Soviética y como no podía ser menos llevaron consigo a sus hijos. Estos niños se educaron bajo el régimen y la doctrina comunistas, muchos de ellos se convirtieron en magníficos profesionales en las diferentes ramas de la industria y de la agricultura, pero otros optaron por la rama castrense y algunos por la policía, convirtiéndose algunos en agentes de la KGB. Pues bien, a la URSS se le presentó una magnífica oportunidad para desplazar a unos cientos de estos profesionales, donde, por supuesto, se incluían a agentes del servicio secreto y de la inteligencia soviética, pero estos profesionales que fueron los niños de la guerra, que se refugiaron con sus padres, en la patria de Lenin, hablaban perfectamente español, ya que en sus casas nunca abandonaron sus raíces, lo que sirvió para un total entendimiento con las nuevas autoridades cubanas.

De los rebeldes cubanos que se vieron encumbrados en el poder a partir del primero de enero de 1959, unos creían en la instauración de la democracia y de las elecciones libres, según la Constitución del 40, pero otros, los de tendencia marxista-leninista, pensaban que había llegado la hora de implantar sus ideas y un régimen totalitario emanado de los mandatos de la Unión Soviética, por eso hicieron suyas las técnicas divulgativas, de intimidación y de movimiento de masas. Esta última referencia se puso en marcha siguiendo las tácticas soviéticas, las indicaciones y el asesoramiento de Moscú. Al mismo tiempo, fueron quitando del medio a sus opositores, bien persiguiéndolos o involucrándolos en supuestas conspiraciones contrarrevolucionarias, lo que a muchos les obligaba a abandonar el país; pero ese era el menor de los castigos, porque otros daban con sus huesos en las cárceles cubanas e inclusive  les podría esperar una condena a muerte. Aunque en el juicio se presentaban cargos y pruebas de lo más absurdas, no tenían posibilidad de una defensa justa que pudiera conseguir una exculpación de los hechos, por lo que la condena era casi segura. De esa manera se iba consolidando la implantación comunista en la isla.

Como conclusión don Jesús hace un resumen de la influencia de los comunistas sobre la revolución cubana, manifestando:

Sin tener en cuenta que algunos investigadores consideran que Fidel Castro estaba inscrito, con anterioridad, en el partido comunista, pero no hay pruebas fehacientes de ello, lo cierto es que el gobierno soviético aspiraba situar en el continente americano un estado satélite, lo cual habían intentado, con anterioridad, en algunas de las naciones de Centro América, sin obtener ningún resultado, dado el gran peso que representaban los norteamericanos en esa parte del continente. Pero la inteligencia soviética, que contaba con numerosos espías en esas repúblicas, percibió la oportunidad que se les presentaba con los Castro. Recordemos, de nuevo, aquel viaje de Raúl, donde coincidió con el agente de la KGB Nicolai. Desde ese mismo momento se fraguaron los planes para realizar una penetración en las filas rebeldes. Primero con ayuda y entrenamiento guerrillero y posteriormente enviando a los republicanos comunistas españoles para consolidar el poder comunista en Cuba. Aquí se podría añadir un sinfín de nombres de combatientes españoles de la Guerra Civil Española y de políticos comunistas españoles que desempeñaron su papel en la creación de los estamentos gubernamentales cubanos, imprimiéndoles su sello personal del marxismo-leninismo que profesaban.

Don Jesús nos comenta que, emulando al escritor Graham Greene en su título “Nuestro hombre en La Habana”, se atrevería afirmar que esa novela la reescribiría la KGB sobre el mandatario cubano, pero en este caso no se trata de un comerciante inglés, representante de aspiradoras, que se convierte en espía por casualidad y necesidad. Así mismo, no serían los servicios secretos británicos quienes llevaran a cabo ese reclutamiento, sino los establecidos en Moscú. Desde un primer momento, cuando los soviéticos se percatan de que los Castro daban el perfil revolucionario y anárquico, se representó esta tragicomedia. Además, contaban con una magnifica tapadera, puesto que su familia pertenecía a la clase social alta de la burguesía criolla, por lo que era muy fácil que pasaran desapercibidas sus inclinaciones políticas. También estos reclutados tenía bien aprendida la lección y sabían disimular muy bien, sin dejar ver sus verdaderas intenciones; ello lo demuestran sus múltiples ambigüedades ante las preguntas que les formulaban los periodistas.

Don Jesús da por concluida la charla de la influencia de los comunistas republicanos españoles sobre los milicianos y las enseñanzas aportados por ellos en la preparación de los rebeldes en el marxismo-leninismo.

Pero Jin no deja escapar la ocasión para preguntarle por el ambiente que se respiraba en Cuba en general y en La Habana en particular, con la inminente entrada triunfal de los revolucionarios en la capital de la República.

El abogado le comenta que puede aportar algunas pinceladas al respecto, pero entes de empezar con su nueva disertación, doña Rosa les sirve un café estilo cubano recién elaborado, lo que retrasa el comienzo de la charla, pues todos opinan que hay que hacerle el honor a la anfitriona.

Acabas de leer el Capítulo 10 de Pudo ser un Undercover. No te olvides de compartir su lectura si te gustó. A prepararse para el capítulo 11!!!


Te dejamos aquí un enlace del Preámbulo del libro!

También te podría gustar...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *